Entusiasmado por el regreso de la selección Colombia a un partido de eliminatorias, decidí ingresar a mi Facebook y buscar en la “barrita” páginas futboleras para ponerme al tanto de las formaciones de Colombia y Venezuela.

Mientras esperaba la hora del partido, comencé a matar tiempo viendo publicaciones que contenían: fotos con filtros, fotos de la mascota, imágenes de desamor, “screenshots”, videos de influencers y memes ofensivos. Estas iban dedicadas a los ciudadanos del país vecino, mejor dicho, el bullying cibernético adornando el “cara de libro”.

Primer aporte para los xenófobos

Para los años 80’s y principios de los 90`s, Venezuela era un país deseado no solo por turistas Europeos, sino también, por colombianos que emigraban a suelo venezolano con la mentalidad de tener estabilidad económica y un futuro mejor. Esto era posible debido a las capacidades económicas que tenía para esas épocas Venezuela, pero ahora la torta se volteó y son los venezolanos quienes, aprovechando la cercanía con Colombia y las once fronteras, decidieron ingresar a Colombia. No vienen por las oportunidades laborales, ni porque el mínimo sea como el de Suiza o Bélgica, sino porque como dicen ellos: “pues chamo, algo es algo, peor es nada puej”.

Segundo aporte

Según los xenófobos colombianos -dedicados a criticar por moda y compartir imágenes xenofóbicas-, los venezolanos/as solamente sirven para robar, prostituirse, pedir limosna y vender dulces en los semáforos. “Como si todos fueran iguales, lo mismo dicen de nosotros en el extranjero”, además de eso se preguntan ¿el por qué no se devuelven para su país?.

Para responder esa inquieta pregunta, hay que tener en cuenta las decisiones políticas que tomó el excomandante Hugo Chávez – y ahora su sucesor Nicolás Maduro- , convertidas en ideologías  denominadas “Bolivarianas”. Estas fueron basadas en la confrontación con el capital extranjero y la desconfianza en el mercado. Para mi, es entendible que no respondan la pregunta de esa manera, ya que para compartir memes y vituperar se necesita estar frente al celular todo un día e ignorar un poquito la historia. “A mí no me gusta nada que tenga que ver con política”; esa una justificación respetable para quienes dirán que no tenían conocimiento de la ideología chavista. Pero si les gusta la historia, aquí viene el tercer aporte:

Tercer aporte

Entre 1819 y 1831, después de la reconquista española (1815)  y la batalla de Boyacá (7 de agosto de 1819), se llevó a cabo el congreso de Angostura. El cual sirvió para constituir la gran Colombia, un país ubicado al sur del continente al que pertenecieron países que lograron su independencia de España – Venezuela, Ecuador, Colombia y Panamá-. Esto se logró gracias a la intervención de un “venezolano”, un revolucionario llamado Simón Bolívar.

Por último, para que esto no se entienda como una clase de historia o de ética dictada por un profesor aburrido al frente de la pizarra, les voy a dejar un bonus extra: “Eduardito”, es un empleado de los piojos, las cuchillas,  la máquina y las tijeras. Él recibía como pago por un corte de cabello, cien bolívares venezolanos, los cuales, si hacemos la conversión, equivalen a unos mil pesos colombianos.  Para este sujeto, esos cien bolívares, aparte de ser una limosna como producto de la devaluación de la moneda venezolana,  significaba otro día más de trabajo en vano, de necesidades, precariedad y vulnerabilidad. Cuyas razones le hicieron tomar la decisión de emigrar al país que antes era conocido como el país hermano, pero que ahora tiene la denominación de xenofóbico.  

Tanto él, como otros venezolanos, han manifestado los malos tratos que reciben por parte de Colombianos que se creen de sangre azul. Motivo por el cual, ha llevado a que la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), planteé estrategias para contrarrestar comportamientos en contra de los extranjeros, en especial hacia los venezolanos.

Es una lástima que se esté perdiendo esa percepción que tenía un extranjero sobre un colombiano -esa de ser amable, amiguero y cordial-  por culpa de quienes carecen de principios morales, en especial el que consiste en respetar a las personas.