septiembre 9, 2019

Vivimos ignorando a la muerte como si se tratara de una entidad incógnita. Sabemos que es real, pero hay quienes no nos atrevemos a aceptarla. Puede que el miedo a lo desconocido sea el motivo que nos impida concebir la idea de morir, sobre todo, de abandonar inexplicablemente este universo tangible. En ocasiones, cuando ese miedo se apodera de nuestra mente, decidimos dejar a un lado aquello que más nos atormenta para evitar colapsar, y sin quererlo, aparecen voces en nuestra cabeza que nos susurran todo lo que nos conviene escuchar para hallar nuestro momento de calma. Esto es contraproducente, porque el mayor conflicto viene a generarse cuando las voces no aparecen para consolarnos, sino para hundirnos en un vacío temporal que nubla nuestro razonamiento y consigue llenarnos de una angustia incontenible que solo logra alimentar nuestra incertidumbre. Pero al final, aunque el miedo persista, nos resta alzar la mirada, perseverar y continuar, por muy turbia que parezca esa oscuridad.

Quizás se preguntarán a qué quiero llegar con todo esto, y por muy extraño que parezca, es la premisa central del videojuego Hellblade: Senua’s Sacrifice. Ha sido una de las pocas obras que ha tomado el riesgo de abordar la muerte a través de un personaje que, más allá de sus motivaciones, intenta sobrevivir a un pasado lleno de arrepentimiento. Esta es la historia de Senua, una guerrera celta que desea (o por lo menos lo intenta) rescatar el alma de su amado con el fin de traerlo de vuelta a la vida. En medio de todo su dolor, Senua padece de psicosis, una patología mental que ha dificultado gradualmente su duelo y ha causado en ella la sensación de estar nadando en contra de la corriente, pero a pesar ello, insiste en continuar con su objetivo, enfrentándose no solo a las amenazas que habitan en su entorno, sino a las múltiples manifestaciones de su enfermedad.

Durante su viaje, Senua escucha voces en su conciencia que pretenden aconsejarla o desorientarla, susurrando todo lo que la motiva a permanecer de pie. Sin embargo, las voces no siempre son su mejor aliado, pues en ocasiones se manifiestan en forma de sus recuerdos más oscuros que reiteran un irremediable miedo al fracaso. Es allí donde el videojuego brilla por sí solo, porque la obra hace hincapié a todo el temor que siente la protagonista por su condición mental, y más allá de ello (sin desmeritar el trabajo investigativo por parte de los desarrolladores), Hellblade es una ejemplificación de los temores del ser humano y de cómo nosotros mismos somos cómplices de nuestras propias inseguridades. Viajamos con Senua, y junto a ella, somos partícipes de una travesía cargada de remordimiento a un pasado que jamás volverá, acompañada de una narración extradiegética que, inevitablemente, invita a reflexionar sobre el verdadero significado de la pérdida y la forma de lidiar con ella.

Lo más interesante se presenta a un tercio de la historia, donde nos anuncian que Senua sufre de una maldición corporal; una raíz que se propaga en uno de sus brazos y que irá creciendo cada vez que fallemos. Si dicha maldición logra llegar a la cabeza de Senua, le quitará su vida y perderemos todo el progreso alcanzado durante la partida. Aquí se genera un momento crucial, porque aunque esta sea una falsa amenaza, es cuando el videojuego establece una relación directa entre personaje y jugador, involucrándonos directamente con su historia y procurando que, a partir de ese instante, cada acción sea ejecutada con la mayor precisión posible. Entonces Hellblade pasa de ser una simple narrativa de ficción a ser un viaje inmersivo que plasma, de la manera más acertada, diferentes hipótesis sobre el dolor, procurando que sintamos las mismas sensaciones de agobio que siente la heroína y que logremos razonar sobre nuestra forma de afrontar la vida.

Quisiera finalizar invitándolos a conocer más sobre esta historia, pues considero a Hellblade uno de esos títulos imprescindibles que no pueden pasar desapercibidos y que se ha ganado el respeto de muchos. Les comparto un corto-documental donde pueden ver el arduo trabajo de los desarrolladores, quienes acudieron a expertos en enfermedades mentales para plasmar en Hellblade una experiencia fuera de lo convencional: