septiembre 24, 2019

El escritor ruso Lev Tolstoi, en su libro El reino de Dios está en vosotros, explica el horrible empeño con el que la gente trata de atontarse cuando acude al alcohol, tabaco, opio, cartas, viajes, espectáculos y entretenimientos; dándoles incluso la connotación de asuntos serios y fundamentales. Y remata “… realmente son importantes: si no existieran estos medios externos de evasión, la mitad de la gente se pegaría un tiro inmediatamente, porque vivir en contradicción con tu raciocinio es una situación insoportable. Y en esta situación se encuentra el hombre moderno, que vive en una constante y escandalosa contradicción entre su conciencia y su vida.”

Reflexión hecha hace más de 100 años, pero tan vigente hoy en día. Es bien conocido por todos, que la sociedad actual y especialmente las mujeres y hombres, nos encontramos en una permanente agonía por vivir vidas plenas, esplendorosas, exitosas e iluminadas. Por ello el individuo ha apelado a cuanto dogma, receta, poción, rezo, actividad, evento o espectáculo se pueden inventar, con el firme propósito de darle plenitud a su vida, digna de seguir e imitar, y envidia de todos sus conocidos y desconocidos, que por necedad, decidimos seguir. ¡Qué estupidez, no!

Así he conocido a muchos famosos influenciadores, motivadores espirituales, profesionales, personales y demás “guías”, que apelando a la escandalosa contradicción entre nuestro raciocinio y la vida,  se han hecho famosos, ricos y exitosos, profesando tener la clave de la vida, del éxito, de la plenitud y de un nivel de conciencia superior.

Cosa que ni Pitágoras, Gandhi, el sabio Salomón, Newton, Einstein o Frida Kahlo lograron. No me tomen a mal, dichos hombres y mujeres fueron excepcionales, pero eran ordinarios, con enormes defectos, con muchos problemas y toda una vida de obstáculos y riesgos: La dislexia de Alba Edison, los problemas mentales de Van Gogh, la sordera de Beethoven, entre otros.

El tema es ese, vivimos en un mundo que profesa que hay sacar lo mejor de las personas para ser libres, crear conciencia y vivir una vida de plenitud, pero vemos cómo la sociedad se cae a pedazos, niños muriendo de hambre, hermanos venezolanos deambulando como zombies, ciudades colapsadas por la movilidad, la inseguridad o el precario aire contaminado que se respira. El amazonas en llamas, las guerras interminables del petróleo y todos haciéndonos los de la vista gorda, tratando de llevar una vida plena.

Lo dijo Tolstoi y me atrevo a replicárselo, sin animo siquiera de ser digno de tamaño pensador, cómo vamos a hacer felices si vivimos en una contradicción escandalosa entre la conciencia – razón y la vida que nos pasa por delante. Con razón debemos anestesiarnos con cuanta pendejada salga o vendan. Me incluyo.

Entonces… ¿qué hacer? No sé. Debemos vivir la vida sin compararnos, redescubriendo la esencia de la misma, haciendo lo que realmente nos gusta, atreviéndonos a tomas ciertos riesgos; a explorar, a crear vida y/o preservarla, plantar un árbol, tener una mascota, cuidar del vecino, amar al prójimo, vivir para servir al otro, porque atreves del él, soy feliz. No lo sé, puede ser una manera. Les confieso que aún sigo consultando a psicólogos, terapeutas, filósofos y guías.