13-mayo-2020.

En esta época de incertidumbre espera uno encontrarse, de repente, con la fórmula adecuada para vivir, esa que le dará sentido a lo que sea que hagamos y que eliminará cualquier rastro de esa sustancia espesa y oscura, la angustia, que se acomoda en nuestras tripas en el momento menos pensado. En definitiva, espera uno tener mejor suerte.

Concepto complicado ese de la suerte.  Los eruditos de la RAE, a quienes imagino como viejitos con túnicas largas, atuendos que besan el piso cada vez que caminan, le dan 18 definiciones a la corta palabra, pero ninguna, creo yo, logra encapsular lo que significa.

Y es que uno no se puede confiar de enciclopedias, ni diccionarios y mucho menos de viejitos con túnicas largas; alguna vez leí que el escritor Juan José Millás se preguntaba cómo iba a ser posible que la definición de la palabra lágrima solo fuera: “Cada una de las gotas que segrega la glándula lagrimal”, cuando sabemos que una lágrima y todo lo que implica el acto de llorar significa mucho más que eso, en fin.

Volvamos, mejor, al tema de la suerte.   Ayer abrí una galleta que lleva esa palabra como apellido y, por un segundo, pensé que el mensaje que me iba a encontrar en su interior iba a ser revelador, una descarga de palabras que iban a cambiar el rumbo de mi vida.

Tomé la galleta ansioso y la liberé de su envoltura con unos nervios que traté de disimular sonriendo.  Algunas migajas quedaron esparcidas sobre la mesa, pero eso no me molestó pues, ¿A quién le interesa lo que pase a su alrededor cuando sabe que su vida está a punto de cambiar?   

El mensaje decía: “Eres lo máximo”.

Maldita sea, ¿Es en serio escritores de galletas de la suerte? qué desilusión tan bárbara.  Al final como para decir que algo valió la pena, me quedé con los números de la suerte que salían al final del mensaje: 8,15, 21, 26, 37 y 11

No sé cuántas galletas de la suerte puede abrir uno en un mismo día.  Imagino que solo una, o que el mensaje que vale es el primero que uno lee.  Igual no me importó, tomé otra galleta y la abrí con rabia.  “¿Por qué se ha de temer a los cambios? Toda la vida es un cambio”, un mensaje acorde a todo lo que está ocurriendo en este momento.

Imagino que la suerte es un concepto con el que nos hemos dejado joder la cabeza y al que le prestamos más atención de la que realmente merece.

Lo números de la suerte de la segunda galleta fueron: 6,15, 24, 29, 42 y 7.  No sé con cuáles quedarme.  De pronto solo con el quince que es el único que se repite; quizás ese número encierra todo lo que necesito saber sobre la vida o la suerte.