21-abril-2020.

Gracias a la cuarentena, la contaminación ha bajado al punto en que el cielo está tan despejado que ya hasta dicen que se ve el logo de Universal orbitando el planeta. A esto se suma que con tanta gente encerrada, son cada vez más los que se asoman a la ventana y ven cosas en el cielo en las que no habían reparado antes. El ejemplo más reciente es la  flota de luces pasando sobre Medellín el 18 de abril, similar al fenómeno captado desde la Estación Espacial Internacional el 2 de abril.

Se podría argumentar que esas luces podrían ser un fenómeno atmosférico bastante inusual o un enjambre de luciérnagas muy enojadas. Y cuando alguien graba tres objetos muy grandes sobrevolando la superficie de la Luna, y hasta proyectando sombras, hay que recordar que Adobe After Effects puede fabricar lo que sea, y uno no debe creer todo lo que ve en Internet. ¿Entonces cuándo vamos a poder responder, sin lugar a dudas, si estamos solos en el Universo? La verdad es que, gracias a la experiencia del Comandante David Fravor, una de las preguntas más antiguas de la humanidad ya fue respondida. 

FLIR1, el caso que lo cambió todo

El 14 de noviembre de 2004 cerca a la costa de California, los tripulantes de dos aviones F/A-18 Super Hornet, notaron que un objeto brillante en forma de TicTac sobrevolaba erráticamente la superficie del mar. Mientras uno de los aviones se quedó arriba observando, el Comandante Fravor en el otro avión bajó en espiral para ver el objeto más de cerca. Para su sorpresa, el TicTac empezó a ascender en trayectoria curva, imitando sus movimientos pero manteniendo la misma distancia. Allí el piloto y su oficial de armamento vieron de cerca el objeto con sus propios ojos y notaron que no tenía ventanas, alas, rotores ni turbinas. Al tratar de fijarlo en su radar, notaron que el objeto emitía una interferencia que demuestra intencionalidad y avanzada tecnología. Cuando el piloto intentó una maniobra más agresiva, el objeto aceleró y desapareció en menos de dos segundos.  

Hasta aquí no pasa de ser el testimonio de cuatro experimentados pilotos de combate, como el de tantos miles de testigos en otros casos a lo largo de la historia. La diferencia está en que el oficial de armamento de Fravor grabó todo el incidente con una avanzada cámara infrarroja (FLIR). La grabación fue llevada del avión directamente al portaaviones Nimitz donde se archivó para posterior análisis, manteniendo la cadena de custodia que garantiza que la grabación no fue alterada. Además el crucero Princeton estuvo registrando en su radar objetos como el TicTac días antes, durante y después del encuentro de Fravor y su equipo. La evidencia prueba que el TicTac era un objeto real, que no emitía un chorro de aire caliente como los jets que lo persiguieron ni exhibía ningún otro medio conocido de propulsión. Además el objeto debía estar tripulado o siendo controlado por alguien debido a las maniobras que hizo, tan extremas que ningún piloto humano habría sobrevivido a las enormes aceleraciones que implican. En conclusión, esa tecnología está muy lejos de lo que hay en el arsenal de gringos, rusos, chinos o cualquier otro ejército de este planeta.

Ya todo es oficial

El caso de Fravor, conocido como el FLIR1, junto con otros dos casos posteriores que también tenían evidencia en grabaciones infrarrojas, Gimbal y Go-Fast, fueron publicados en una serie de artículos de The New York Times el 16 de diciembre de 2017. Este periódico, tal vez el más prestigioso el mundo, además reveló que estos y muchos otros casos habían sido estudiados por una agencia secreta del gobierno norteamericano con un presupuesto de US$ 22 millones.

Tres días después, CNN  entrevistó a Luis Elizondo, un oficial de inteligencia militar retirado que dirigió la agencia de la que habló The New York Times. El Programa conocido como AATIP (Identificación de amenazas aeroespaciales avanzadas), como su nombre lo indica, se encargó de estudiar la evidencia y los testimonios para entender cómo funcionan estas aeronaves desconocidas y ayudar a diseñar mecanismos para detectarlas y repelerlas en caso de que se conviertan en una amenaza. Estos objetos, a los que ya no llaman OVNI por el estigma de baja credibilidad que acarrea la sigla, ahora se denominan UAP por las siglas en inglés de Fenómeno Aéreo no Identificado, y son rutinariamente registrados por pilotos y miltares. Así de serio es considerado el tema en esos círculos. 

Para completar, Joseph Gradisher, funcionario activo de inteligencia de la Marina gringa reconoció el 18 de septiembre de 2019 que los UAP son reales, que la evidencia de los casos FLIR1, Gimbal y Go-Fast es auténtica, y admitió que no saben qué son dichas aeronaves. Este reconocimiento del gobierno gringo ya demuestra de una vez por todas que no estamos solos, que al menos algunos de los UAP que vemos en el cielo no son fenómenos naturales ni obra de seres humanos.

¿Cómo nos cambia esto? Creo que las implicaciones para nuestra vida son profundas, y las analizaremos en una próxima entrega. Entre tanto, me gustaría saber ustedes qué opinan y cuáles creen que sean las implicaciones sobre esta nueva perspectiva de nuestro lugar en el universo.

Imagen destacada por Dino Reichmuth on Unsplash