12-septiembre-2020.

Por: María Fernanda Duarte.

Desde el principio de los tiempos ha existido el dualismo, una doctrina filosófica que enseña el orden de las cosas en el universo, donde existen dos poderes o principios básicos, el bien y el mal.

Esto conlleva a posicionar el orden de las cosas e incluso las emociones y opiniones, donde la luz representa el bien físico y moral, y la oscuridad el mal. Crecimos pensando que debe existir un todo, porque si usted no tiene un bando, como dice Victor Jara (cantautor chileno): “Usted no es nada, no es chicha ni limonada.

Ahora, el maniqueísmo político es considerado como la actitud de ciertas personas, de dividir las ideas, o personas en dos grupos: los del bando bueno, y los del bando malo. Entonces se comienza a ser selectivo y tildar a quienes no piensan y se comportan del mismo modo; los muertos, empiezan a doler según el bando en que se encuentre y la corrupción se califica según la afinidad hacia el político de turno.

Zurdos, diestros, neutrales ¿tibios?; es importante precisar que no debe de existir este orden en las cosas o comportamientos, que lo malo debe ser malo y repudiado de todas las formas. Que duele un muerto policía, un abogado, un estudiante, un político o incluso un guerrillero; que la vida humana es sagrada y que no todas las cosas que se disfrazan como buenas lo son. Existe un lente que dependiendo de quién lo mire y su contexto social, calificará la situación. Podemos ser tan empáticos y observar todas las aristas de un acontecimiento.

El maniqueísmo, tiene a esta sociedad y no solo a la colombiana a punto de colapsar, donde se justifica una acción reprochable según de dónde venga. El odio es un sentimiento natural, sin duda, pero esto no quiere decir que deba ser indispensable para vivir y convivir; la división entre amigos y enemigos simplifica un poco el mundo de las relaciones humanas. Cuando se cometen errores, justificarlos es mucho más fácil, cuando se oprime a quién no se puede defender, a los más vulnerables e incluso a la misma naturaleza, el sentir que es por un buen propósito le quita a la persona algo llamado culpa o dolor; bien lo decía Santo Tomás  “no hay cosas malas, sino malos usos de las cosas”.

Santo Tomas pensó que nada creado por Dios podía ser malo y que malas no son las cosas, sino las intenciones. En esa dirección el llamado es a pensar y sentir desde todos los puntos y condiciones, en esta sociedad que lo necesita y lo pide a gritos, donde un poco de empatía puede llegar a ser el ingrediente que necesitamos para construir la paz.