13-diciembre-2019.

Por: Luisa Fernanda Hernández.

Estamos mezclados desde la colonia dicen, y efectivamente a través del discurso de la academia se considera que Colombia es plural por naturaleza, porque todos somos iguales y venimos de descendencia indígena, negra y blanca.

Ojalá que con el descubrimiento de Colón nos hubiesen enseñado que los rubios no siempre son los más agraciados y que las narices anchas también tienen su atractivo.

Temas como el racismo siguen relacionados con estereotipos que en definitiva han sido un factor determinante ante conceptos como la belleza, por ejemplo. Así es como el Miss Universo mantiene sus estándares establecidos, lo cual evidenciamos hace un par de días en la coronación de Zozibini Tunzi, ganadora del certamen.

En primer lugar, ¿qué es lo que nos vende un evento como este? Realmente nada valioso. Aparte de resaltar la belleza de la mujer, que sin duda alguna continúa con los parámetros de la mujer delgada, con nariz perfilada, casi que perfecta. Nada del otro mundo. Es más, me atrevería a decir que es lo mismo de todos los años o incluso podría ser peor. La diferencia está en que en esta temporada la gente afirma que ganó la Señorita Sudáfrica solo por resaltar la inclusión.

El problema no es de la reina, claro está. Todas las candidatas tienen el potencial para representar un certamen como este, además porque ahora la inteligencia es considerada un requisito al momento de la selección. Pero también importa cómo los televidentes están observando este concurso, que resultaría siendo la otra cara de la moneda.

Recordemos que no es la primera mujer de tez negra que gana este certamen, de hecho, es la quinta. Además, la candidata está en el lugar que está porque utiliza su belleza como propósito, lo que sí debería ser un verdadero cuestionamiento, pues la belleza en este tipo de eventos se resume en exhibicionismo, medios y élite.
¿Y la cultura pa’ cuándo? Porque se supone que con ese pensamiento inicia un reinado de belleza y su afán por mostrar no tanto una cara bonita sino la representación regional y los valores que de allí se desprenden. En definitiva, aquí no hay nada, mero chisme nacional.

Un alardeo que la televisión no se cansa de transmitir pues el rating aumenta cada vez que se muestra una mujer dentro de una fiesta mediática que exhibe una feminidad consumista y una belleza artificial. Tal vez lo que sucedió con la elección de Zozibini no es más que una real idea contra el racismo y defensa de la igualdad.

Increíble pero cierto. Primero fue el paro, Duque y sus nulas reformas, después el feminismo empoderado y ahora los memes del Miss Universo. Seguramente, nos estamos reinventando y vendrán reinados masculinos en donde el hombre será un objeto sexual y no sea un escándalo. Esta es la realidad de los fanáticos, de quiénes aborrecen el certamen y a quienes les da igual.

Esto fue una muestra de que estos concursos necesita sobrevivir como un formato televisivo más de la vida pública de las personas y la vida privada de los medios elitistas.