octubre 16, 2019

El pasado 3 de octubre, Luisa Fernanda Hernández publicó en su columna ‘No me gustó Europa ¿y qué?’  una serie de argumentos que daban respuesta a una idea general, orientados a celebrar la riqueza colombiana (en varios aspectos) a costa de comparaciones muy superfluas con el viejo continente, Europa.

Primero debo admitir que desconozco la duración, ubicación y el tipo de experiencia de Luisa en Europa; sin embargo, su postura parece señalar que su visita se enfocó en el turismo o se basó en una experiencia académica temporal. ¿Por qué? Pues las situaciones que se exponen en su texto no profundizan en el diario vivir europeo, que varía notablemente dependiendo del país.

Todo es un poco más complicado…

Ya entrados en el tema, es importante entender que esto no es una competencia, porque ambos espacios tienen tanto riquezas que al otro le faltan, así como ventajas.

Pero tengo que decirte, Luisa, que las problemáticas sociales, políticas y económicas que ahogan a Colombia y cómo se enfrentan, no representan un tipo de agresión generalizada por parte de ninguna otra nación.

Las problemáticas con los recursos naturales que mencionas están relacionadas con compañías privadas, de intereses y ganancias privados; aunque estén registradas en España, Francia, Rusia o Alemania, aunque Rusia es también parte de Asia.

Por eso, hablando sobre las conductas sociales, que es un punto más justo del que podemos partir, te cuento que acá también se presentan manifestaciones sociales, en mayor cantidad y de mayor densidad que en Colombia. No es una comparación negativa, porque hay que considerar que hablamos de varios países, algunos con casi el doble de población, como Alemania.

Tan solo en los últimos años, en el Reino Unido se realizaron unas de las mayores manifestaciones de carácter político en la historia, luchando contra la corrupción, la manipulación mediática, a favor de los derechos humanos y por la impotencia de posiblemente dejar la UE por la decisión de unos pocos.

Afortunadamente, en Colombia también luchamos a diario por todo eso.

¿Y si estudiamos y nos movemos?

Para ser honesto, no entiendo tu relación entre la educación europea y la capacidad de manifestación del pueblo colombiano, y de paso te diré para qué quieres “cobertura y calidad en un país donde el crecimiento de la población está en términos de envejecimiento”: precisamente, para incentivar a los jóvenes (incluso internacionales) a estudiar y ejercer sus profesiones en esos países. Sin garantías, una oferta económicamente flexible y educación de calidad, difícilmente se podría combatir esa problemática.

Y si logras vincularte a una institución de educación superior en Europa, te felicito. Te recomiendo que, como en cualquier parte del mundo, tengas cuidado con el transporte público porque lo usa la mayoría de la población, y desafortunadamente no todos somos tan limpios y aseados como tú.

La cultura es un término muy resbaladizo… pero la realidad del mundo es que hasta los más ricos pueden ser unos completos cerdos, entonces lo de la droga en el metro es grave, pero no sorprendente.

Finalmente, te digo que prefiero desayunar una tostada francesa con té inglés a las 8:00 a.m., almorzar con un clásico “Fish and chips”, consumir productos que incentivan el mercado nacional antes que el extranjero, como en cualquier país europeo si te atreves a mercar con paciencia; también me quedo con la educación gratuita y de calidad para los niños, la tranquilidad de salir a la calle sin que te roben y violenten, la facilidad y eficacia de un transporte público que sí funciona y la asistencia médica por la que tanto migran a estos países.

Yo también sé de dónde vengo, pero jamás me cerraré al adónde voy, porque gracias a eso llegué aquí.