septiembre 24, 2019

¿Sabes de algún ingeniero para trabajar en un proyecto?” Esa es la pregunta más frecuente que me hacen, muy por encima de cómo hago para verme de 44 años cuando en realidad tengo 45. Ya ni siquiera preguntan por “alguien bueno”, sino que ante la escasez de personas talentosas se resignan a contratar a alguien que por lo menos tenga las habilidades básicas y pueda aprender lo que le falta.

Las hipótesis

Esta situación no es nueva. En un artículo de 2016 la revista Semana Educación se preguntaba por qué los ingenieros se están extinguiendo en el país. Entre las hipótesis estaba que “los millennials” no están acostumbrados a esforzarse y desisten ante la primera dificultad. Aunque esta explicación no me convenza del todo, creo que la promoción automática en los colegios sí pudo haber tenido algún impacto. En mi caso personal, cuando estudié mi bachillerato, por allá a finales de los 80, la posibilidad bastante real de “perder el año” implicaba un estigma tan terrible, que el físico miedo me tuvo despierto incontables noches. Pero a punta de clases particulares, “habilitaciones” y muchísimo esfuerzo, al final del año siempre lograba “pasar raspando” la materia que llevaba perdida desde el día 1: Matemáticas.

Por eso me convence más la segunda hipótesis: la base de los primeros semestres de los programas de ingeniería son las matemáticas (Cálculo, Física, Álgebra Lineal, Probabilidad y Estadística). Esto disuade a muchos aspirantes de escoger una ingeniería, y sirve de “colador” para los pocos que se arriesgan pero no vienen de los colegios con bases sólidas en Matemáticas. Y revisando los resultados de las pruebas Saber 11 de 2018 a nivel nacional, la situación es alarmante. En la competencia de Matemáticas, más de la mitad de los bachilleres están por debajo del nivel de desempeño 3, que consiste en analizar procedimientos para desarrollar de la mejor manera la tarea solicitada. Sólo el 4% de los graduados de los colegios están preparados para deducir y combinar procedimientos para realizar las tareas solicitadas. 

Fuente: elaboración propia con datos del ICFES Interactivo

El problema no acaba en el colegio

Pero entonces uno pensaría que quienes sobreviven a los programas de ingeniería, específicamente en Ingeniería de Sistemas, Telemática y afines, eran la crema y nata de quienes recibieron una formación privilegiada en matemáticas en el colegio. Sin embargo, los desastrosos resultados en la competencia de “Pensamiento científico – matemáticas y estadística” de las pruebas Saber Pro de 2018 sugieren lo contrario. Prácticamente ninguno de los profesionales de Ingeniería de Sistemas, Telemática y Afines alcanzaron el nivel 4 de desempeño; 85% están por debajo del nivel de desempeño 3 y más del 50% se quedaron en el nivel 1, donde se limitan a identificar las tareas demandadas. En otras palabras, más perdidos que Mr.Bean en la cabina de un avión.

Fuente: elaboración propia con datos del ICFES Interactivo

Las consecuencias

Esto implica que los nuevos ingenieros tienen todavía tantos vacíos conceptuales en Matemáticas y Estadística, que su estrategia más probable sea seguir la receta de un libro, copiar algo de StackOverflow o intentar salir adelante a punta de ensayo y error, cuando deberían estar usando las herramientas conceptuales y analíticas disponibles desde hace siglos para inventar nuevas soluciones que vayan a la fija. Esto explica porqué a los recién egresados les cuesta tanto trabajo resolver problemas sin instrucciones muy detalladas y se demoran tanto en ser productivos.

Pero además de estas dificultades, según datos reportados por las mismas instituciones al MEN, sumando a los ingenieros, técnicos y tecnólogos graduados en 2018 de programas de Ingeniería de Sistemas, Telemática y afines, llegaron apenas a 9718. Y eso que el SENA proyectó que para ese año se iban a necesitar cerca de 90000.

En conclusión, el sistema educativo tiene una gran deuda con varias generaciones de bachilleres y profesionales que, por haber fallado en sembrar y alentar la semilla del interés por las Matemáticas y la Estadística, han alejado a muchos jóvenes talentosos y creativos de carreras en la industria del software, la robótica o la automatización, justo ahora cuando más los necesitamos. Tal vez la enseñanza tradicional pueda aprender algo de Julio Ríos Gallego, mejor conocido como JulioProfe, el ingeniero caleño convertido en YouTuber. Y si él logró que más de 3,65 millones de personas se suscribieran a un canal de matemáticas, es señal de que no es el tema el que espanta, sino la forma. Así que, profesores, a reinventarse.