4-julio-2020.

Cuenta la leyenda que, durante una noche de fiesta en el viejo reino, se escuchó cómo se quebraba una copa de cristal y un joven escudero se agachó para recoger los trozos de vidrio, sin sospechar que el pequeño incidente había sido culpa de la reina. Bueno, de una de ellas porque este ha sido el único lugar en el que un rey ha renunciado al trono para cederlo a sus dos hijas: las gemelas Julieta y Nataniela. Ellas, dos hermosas niñas nacidas en abril, habían crecido felices, pues ¿Quién no lo sería con un castillo a su disposición? Pronto se convirtieron en un par de atractivas princesas.

Sin embargo, una noche su suerte cambió; pues, un maleficio venía directo hacia ellas: el de la bruja Azul, una criatura de dos cabezas y dicho color, que había evolucionado a tal condición gracias a un pacto que había hecho con los demonios; mediante el cual le fue otorgada toda la fuerza de su gemela fallecida en el vientre de su madre, cuyo ADN ella llevaba; ya que, casi sin permitirle desarrollarse, le había succionado la vida a su propia hermana en el cuarto mes de gestación.

Ella no lo sabía y menos su familia; dado que, en esa época, no se tenía ninguna información del embarazo hasta el día del nacimiento. Pero, cuando los demonios aparecieron en su casa con la noticia y aquella propuesta, no se pudo resistir.

Bien malvada sí era, casi desde el momento de su concepción. Tener la fuerza de su hermana le parecía algo demasiado atractivo. Y el precio que debía pagar aún más: dirigir toda su brujería contra los gemelos y mellizos que hubiera en el mundo. Pues, hay una magia más fuerte que ninguna y es la de los que han nacido del mismo vientre, en el mismo momento. Un amor, una conexión que no se destruye tan fácil como los matrimonios, ni las relaciones familiares al momento de recibir herencias o las amistades falsas.

Tanto amor, constantemente, interfería con las labores demoníacas del inframundo; las cuales consistían en destruir a las personas, tentarlas a hacer el mal y acabar con cualquier rastro de bondad o de felicidad que hubiera.

Así que también para los hechizos de la bruja había un obstáculo y era precisamente ese: si un solo par de gemelos o mellizos encontraban a otra persona con quien se pudiera amar tanto, como si fuera otro u otra que hubiera crecido con ellos dentro de su madre; se destruiría Azul y los demonios que le habían hecho aquella propuesta.

Como siempre, una pequeña luz de amor sería suficiente contra la más grande oscuridad porque tal sentimiento es tan poderoso como el efecto de una bola de nieve. Además, se salvarían las parejas de hermanos que ya estuvieran perdidas; dado que, al momento, ya iban bastantes asesinadas o separadas por odios y resentimientos, gracias a la labor de la bruja.

Aquella noche, entonces, Azul se presentó en el cuarto de las princesas. Pensaba que ambas dormían, pero Julieta se despertó con el destello que la malvada hizo al aparecer y escuchó en las voces de las dos cabezas: “la copa caerá y si ninguna se corta, sufrirán, pero la sangre de una a la otra salvará. Por siempre, dos iguales en este mundo no reinarán”, lanzó un extraño polvo color azul fluorescente sobre las dos camas y desapareció.

Eso fue tres años antes de aquella fiesta; que era, precisamente, la de coronación de las nuevas reinas. De manera que Julieta ya sabía qué hacer, ya que llevaba todo ese tiempo esperando a que se quebrara una sola copa frente a ella y a su hermana.

Así que, cuando el escudero empezaba a recoger los pedazos, esta le arrebató uno y se cortó adrede la palma de la mano. Tras unos segundos, cayó desmayada.

Despertó en el único hospital del reino y al haber salvado a su gemela, tuvo que soportar sola los más duros dolores y sufrimientos. Pasó tanto tiempo así, que sus padres tuvieron que volver a ocupar el trono para hacerse cargo del reino. De manera que la única compañía en su suplicio terminó siendo la de su hermana y el joven y fiel escudero. Sin embargo, cuando la valiente princesa se sentía un poco mejor, tenían tiempo para conversar, contar anécdotas, chistes y divertirse con juegos de mesa.

Cada día y cada noche la pasaron los tres; hasta que, una mañana, la valerosa princesa despertó sin ninguna señal de dolor en su cuerpo. ¿Qué había ocurrido? Se preguntó. Entonces, vio a su lado a la otra joven y al escudero, que aún dormían. Y sonrió porque, inmediatamente, comprendió que, en aquel joven, habían encontrado a su tercera pieza, al hermano con el que siempre habían soñado.

Tal vez, esta parezca una historia mágica. Pero, sí sucedió; solo que no hay ningún escudero, sino un publicista que es mi primo Jonathan. Ninguna de las jóvenes princesas en un hospital; sino sus amigas, las gemelas Juliana y Natalia. Y nunca existió el maleficio de la tal bruja Azul; sino, más bien, otra vieja conocida: la quimioterapia.