27-diciembre-2019.

Por: Luisa Fernanda Hernández.

Luis es un hombre trabajador. A través de su personificación de “Chaplin”, le apuesta a la conciencia vial. Su don de gente lo convierte en uno más de nosotros. Caleño no de nacimiento, pero sí de corazón. Hacé memoria, que vos y yo lo hemos visto. Ese mimo tiene calle y tiene estilo.

Elegí ser comunicadora social-periodista porque representa quien soy. He querido romper los estándares del periodismo tradicional, pues lo atractivo de esto es trabajar con la gente. Las historias me apasionan, no porque vendan emociones sino porque deleitan con la historia tras la historia.

Hace dos años conocí un personaje emblemático de mi ciudad: Luis Gonzaga Heredia, o “El Charles Chaplin Caleño”, quien me abrió las puertas de su hogar, y de la calle quinta. Hombre verraco que trabaja en compañía de la Secretaría de Cultura y cuenta con la ayuda de los ciudadanos.

La historia

Me dijeron: “Llámalo, pero no es seguro que te atienda porque está recuperándose de un accidente”. ¿Accidente? Su entrevista era el siguiente paso. Mitad de carrera y ya me sentía Mabel Lara en pleno set.

Por fortuna Luis se encontraba mejor. Me contó lo sucedido con una cercanía que todavía recuerdo, la entrevista tuvo un cambio positivo y escribí lo siguiente: El “Charles Chaplin Caleño” vivió por unos instantes un episodio donde casi perece. La causa: una de las imprudencias que tanto critica. Irónicamente pasó a ser una víctima en la lista de accidentes viales en Cali.

Tras la historia

Lo curioso es que ese día no vi al entrevistado, vi a un hombre desilusionado y cargado con quienes le prometieron una casita para su familia. La situación laboral y económica empeoró con lo sucedido. Digna historia para Titanes Caracol.

En medio de la satisfacción de obtener información veraz, yo quería mostrar la labor de un hombre que reconoce a Cali como la ciudad que le abrió las puertas después de tanta violencia en su pueblo natal.

Chaplin se sacrificaba sin importar el cansancio, ni la falta de medicamentos. Cada actuación representada en su performance era muestra de su dedicación por enviar un mensaje de conciencia vial y por conseguir su sustento diario.

El testimonio de este hombre es valioso, pues hablamos de un mimo que nos hace reír con sus ocurrencias, y que de lleva un mensaje de cultura ciudadana. Es necesario reconocer cómo a pesar de las heridas y el trauma, Chaplin se puso la 10, se pintó su cara blanca y vistió su traje de paño para hacer lo que más le gusta: mamar gallo con sentido.

A todos nos ha tocado ponernos la 10, y convertir un episodio triste en una experiencia positiva. El accidente no era lo importante, Chaplin es la razón de ser, porque se puso, y aun “se pone la camiseta” para trabajar con amor en la calle quinta. Su trabajo es jugársela por aquellos que todavía les cuesta poner en práctica la seguridad vial.

Ese mimo se merecía una acción buena, de ahí el interés de esta nota. Porque Cali está llena de personajes hermosos como él, que enriquecen nuestra cultura y merecen ser elogiados por ello. Porque mi periodismo es por y para la gente.