La novela será lanzada en 2024, con ocasión de los diez años de la muerte del escritor colombiano.

El sello Literatura Random House anunció este viernes “el acontecimiento editorial más importante del próximo año”: en 2024 publicará ‘En agosto nos vemos’, novela inédita de Gabriel García Márquez, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1982.

La novela ha estado guardada en el Centro Harry Ransom de la Universidad de Texas en Austin, que en noviembre de 2014 compró el archivo personal de manuscritos, fotografías, cuadernos y borradores del escritor colombiano.

El centro tiene “diversos textos mecanografiados” de ‘En agosto nos vemos’, con varias anotaciones del propio García Márquez, “incluyendo la versión final que se envió a su agente literaria, Carmen Balcells, en 2004”.

En octubre de 2015, se abrió para libre consulta gran parte de los documentos, excepto los relacionados con la novela inédita, que han estado “restringidos hasta publicación”.

Los hijos de Gabriel García Márquez, Rodrigo y Gonzalo García Barcha, son quienes han decidido que ‘En agosto nos vemos’ por fin salga al público.

Pese a que la obra aún no se puede consultar libremente, desde hace al menos 24 años se sabe de qué se trata la historia. 

El avance de la novela inédita de Gabo

En marzo de 1999, como bien lo reseñó El País de España en su momento, García Márquez leyó en la Casa América de Madrid un relato entonces inédito que haría parte de un libro de cuentos, y que empezaba así: “Volvió a la isla el 16 de agosto en el transbordador de las tres de la tarde. Llevaba una camisa de cuadros escoceses, pantalones de vaquero, zapatos sencillos de tacón bajo y sin medias, una sombrilla de raso y, como único equipaje, un maletín de playa”.

En diciembre de 1999, la revista de ‘The New Yorker’ publicó ‘Meeting in August’, una nueva versión de ese mismo relato, con pequeños cambios, aparte de la traducción. Unos años después, en mayo de 2003, García Márquez le adelantó El País el cuento ‘La noche del eclipse’, que haría parte del libro.

Finalmente, se decantó por una novela, en lugar de un libro de cuentos, tomando como referencia los que ya había escrito. Sin embargo, no pudo terminarla con

El 20 de abril de 2014, tres días después de la muerte de García Márquez, el diario barcelonés La Vanguardia publicó entero el cuento ‘En agosto nos vemos’, que sería la versión en idioma original del que publicó ‘The New Yorker’ en 1999.

El relato cuenta la historia de una mujer de 52 años llamada Ana María Bach que cada 16 de agosto, a la misma hora, hace el mismo viaje al Caribe para visitar la tumba de su madre. En uno de esos viajes conoce a un hombre con el que termina teniendo relaciones sexuales. Era la primera vez que hacía algo así: su esposo, después de 23 años de casados, era hasta ese momento el único hombre con el que “había fornicado y dormido”.

Este es un fragmento del cuento:

En agosto nos vemos

Volvió a la isla el viernes 16 de agosto en el transbordador de las dos de la tarde. Llevaba una camisa de cuadros escoceses, pantalones de vaquero, zapatos sencillos de tacón bajo y sin medias, una sombrilla de raso y, como único equipaje, un maletín de playa.

(…)

Había acabado de limpiar tres tumbas, y estaba exhausta y empapada de sudor cuando logró reconocer la lápida de mármol amarillento con el nombre de la madre y la fecha de su muerte, veintinueve años antes.

(…)

Misión cumplida: había repetido aquel viaje por veintiocho años consecutivos cada 16 de agosto a la misma hora, en el mismo cuarto del mismo hotel, con el mismo taxi y la misma florista bajo el sol de fuego del mismo cementerio indigente, para poner un ramo de gladiolos frescos en la tumba de su madre. A partir de ese momento no tenía nada que hacer hasta las nueve de la mañana del día siguiente, cuando salía el transbordador de regreso.

Se llamaba Ana Magdalena Bach, había cumplido cincuenta y dos años de nacida y veintitrés de un matrimonio bien avenido con un hombre que la amaba, y con el cual se casó sin terminar la carrera de letras, todavía virgen y sin noviazgos anteriores. Su padre fue un maestro de música que seguía siendo director del Conservatorio Provincial a los ochenta y dos años, y su madre había sido una célebre maestra de primaria montesoriana que, a pesar de sus méritos, no quiso ser nada más hasta su último aliento.

(…)

Pensaba que el hombre de la mesa de enfrente no la había mirado, pero cuando ella lo miró por segunda vez después del primer sorbo de ginebra, lo sorprendió mirándola. Él se ruborizó. Ella, en cambio, le sostuvo la mirada mientras él miró el reloj de leontina, lo guardó impaciente, miró hacia la puerta, se sirvió otro vaso, ofuscado, porque ya era consciente de que ella lo miraba sin clemencia. Entonces la miró de frente. Ella le sonrió sin reservas, y él la saludó con una leve inclinación de cabeza. Entonces ella se levantó, fue hasta su mesa y lo asaltó con una estocada de hombre.