Finalizó el evento más destacado del Pacífico y allí, durante seis días, los asistentes disfrutaron de la riqueza cultural y sonora de un territorio que sueña con una nueva oportunidad. El símbolo de ese cambio social es Francia Márquez: La primera mujer negra en ser la vicepresidenta de Colombia.

El pasado 10 de agosto de 2022 inició el festival Petronio Álvarez, la muestra cultural que desde agosto de 1996 ha permanecido vigente para mostrar la cultura negra de Colombia, en esta vigesimosexta edición, el festival tuvo la presencia durante dos días de Francia Márquez, la primera vicepresidente negra del país.

Medios como la agencia EFE, considera el festival como la mayor fiesta de la cultura afro de Latinoamérica, pues en esta versión, dos grupos ecuatorianos estuvieron en el podio como finalistas de la modalidad libre: en segundo y primer lugar.

Sin embargo, antes de continuar con la noticia, para hablar del festival Petronio Álvarez, debemos hablar de la cultura que llegó en el siglo XXVI a través de embarcaciones españolas, los africanos. Siendo parte de la construcción de la Corona española en Colombia, siendo parte en el periodo de la conquista del territorio indígena por parte de los españoles, colaboraron con el avance en la comunicación de diferentes puntos territoriales conectando la costa con el interior del país. La cultura afro fue necesaria para el desarrollo del país.

En el Pacífico se acentuaron en la isla de Cascajal, donde se conoce oficialmente como Buenaventura. Sufrieron todo tipo de actos desagradables que la memoria y la historia hoy la cuenta; desde que llegaron al país se identificaron con el mar y al revelarse contra los españoles, después de mucho tiempo, sus raíces las incrustaron en las arenas negras del Pacífico colombiano.

El mar fue su fuente de todo, de vida, de alimento, de sustento, de transporte y; las costas, el lugar donde vivirían. No se adentraron hacia la selva porque les recordaba las rutas agotadoras donde a lomo, cargaban a los españoles antes de que existiera las carreteras o medios de transporte sofisticados como los caballos; pero también, porque aquellas familias africanos eran procedentes de las costas centro occidental africano, donde fueron cazados, separado y después hacinados en embarcaciones que los separó de todo lo que conocían.

Buenaventura ya estaba habitado por los indios chilomas, cagazirbes, burgalandetes, guerbaros, perres, paripasos y timbas como habitantes de la bahía y los ríos comarcanos, cuando llegaron los cristianos, pues desde su llegada las batallas que tuvieron con los ibéricos llegó a incendiar la costa repetidas veces hasta que la esclavitud los tomó por sorpresa.

Ante las debilidades del trabajo demandado por la Corona, los españoles importaron a los africanos para reemplazar el trabajo que no pudieron hacer los hoy diezmados indígenas. Una nueva cultura se gestó en la combinación de estos tres grupos étnicos.

Marcados y con un nuevo lugar donde vivir, los africanos trenzaron el pelo de las mujeres en rutas de escape para encontrarse de nuevo con la libertad en un lugar que ya no era el suyo, pero al que empezaron a querer por su similitud en el mar, su viejo amigo.

Sin saberlo, los nuevos lugareños estaban en el que hoy es el puerto principal de Colombia, con cerca del 60 % de las importaciones totales del país. Allí, mientras los puertos se fueron construyendo, ellos también empezaron hacer sus casas típicas de palafito, por encima de las aguas marítimas.

El mar siguió siendo todo, pues de ahí salía el pescado y toda clase de mariscos. El sazón de los negros del Pacífico empezó a tomar fama en el país, así, como su pobreza o tal vez su austeridad, pues quienes empezaron a ir a ese lugar tan apartado de todo el país, conocieron una cultura que enamoraba.

En Buenaventura a parte de ingresar la mayor cantidad de importaciones, ingresa la música, pues allí ingresó la salsa, el merengue, la bachata y finalmente el reggaetón. Ellos conocían de primicia todo lo que iba acontecer en el país en temas culturales, mostrando el sabor de sus movimientos en el baile donde surgieron tantos ritmos a través de instrumentos típicos y creados en esa zona, que no se puede hablar más que de una cultura diversa de creación.

Quienes han tenido la oportunidad de ir a Buenaventura y conocer su gente que hoy está alrededor de quinientos mil habitante y el 90 % son negros, orgullosamente negros, saben que es como estar en otro mundo, donde el ruido de la selva se siente tan cerca, como el claxon de los buques que a diario llegan al puerto.

Pues fue allí, en Buenaventura, donde la historia de los africanos pasaba de sangre en sangre, nació Patricio Romano Petronio Álvarez Quintero (1914-1966) quien desde muy pequeño le apasionó la música y llevó en sus venas y en su voz, los versos con el compás de la guitarra que se aferró a él durante su vida.

Su mamá que vendía empanadas, después del fallecimiento de su padre, le permitió cantar mientras se vendían una a una, sus cantos empezaron a ser famosos en el puerto y los bonaverenses tarareaban sus canciones en las calles una vez se oficializó su ascenso como el primer maquinista de la locomotora “La Palmera”, perteneciente a los Ferrocarriles Nacionales.

Su gran astucia con los versos y la habilidad para improvisar, que fue en sí lo que lo llevó a la fama, estuvo acompañado por el amor que que le tenía a su color de su piel y a su amada Buenaventura. Ese amor por su ciudad natal, lo llevó a componer su obra famosa “Buenaventura” Tras el éxito con más de 25 versiones grabadas decide crear un grupo musical con el mismo nombre.

Su versátil legado musical pasó por poseer bambucos, merengues, huapangos, sones y jugas, pero fue el currulao, con toda la tradición de sus antepasados africanos, el que más marcó su vida en el mundo de la música.

Esa misma versatilidad en la música le consagró el título de el “Gardel del Puerto”, pues era un amante de la música argentina y en especial de Carlos Gardel.

Petronio fue reconocido 30 años después de su muerte en 1996, el Festival de Música del Pacifico ‘Petronio Álvarez’ en honor al él, que en la actualidad se celebra anualmente en la ciudad de Cali y el cual se ha convertido a través del tiempo en vitrina del folclor, la cultura y la identidad del litoral Pacífico.

En ese mismo festival participó en el 2010 una mujer llamada Francia Márquez, originaria de Suárez, Cauca, en ese momento, la joven tenía 29 años cuando el festival pasaba del teatro Los Cristales a la Plaza de Toros Cañaveralejo.

Para la edición número 26 participó en el festival, no como cantante sino como la vicepresidente del país. Pues el festival mas importante de la muestra cultural africana, no podía ser más importante si no fuera por una mujer que ha llevado hasta los últimos días, el orgullo de ser negra, el orgullo de saber que sus raíces siempre van a dar fruto en el lugar que sea.

La vicepresidenta de la República, Francia Márquez, hizo presencia en el lugar, hablando de su compromiso y la búsqueda de la paz en el Litoral Pacífico. También, le entregó el Bombo Golpeador a la agrupación La Jagua en la modalidad de categoría libre, así como la entrega del galardón a el proyecto Uramba, en Violín caucano; a la agrupaciòn agrupación Herencia de los Ríos, en Marimba y cantos tradicionales; a la agrupación Son Bacosó, en la categoría de Chirimía, flauta y clarinete.

Quienes asistieron, como la participante en la cocina, Celemina, quien viene en representación de la cocina tradicional del Pacífico de la Plaza de Mercado José Hilario López declaró “Yo a Francia Márquez la conocí en la plaza de mercado, es una mujer que nos llena de orgullo a nuestra raza negra, mientras cocino uno de mis platos favorito, disfruté de su presencia”

Fuente: Infobae