La esperanza de empezar a trabajar en el mundo del diseño gráfico

Por: Óscar Mauricio Castro

¡Hoy por fin me llamaron! Tengo una entrevista de trabajo. Luego de pasarle a todos los lugares posibles mi hoja de vida con mis mejores trabajos realizados, hoy por fin podré iniciar, al menos por ahora…

Volví a repasar todas las posibles preguntas de la entrevista: 

¿Cuál es tu mayor defecto?

¿Cómo te ves en cinco años?

¿Cuál es tu mayor virtud?, etc.

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Estaba listo, ya solo debía presentarme en el lugar de la entrevista antes de las 9:00 a.m. Para mi fortuna, en mi ciudad luego de las ocho de la mañana el tráfico disminuye considerablemente y las principales avenidas no suelen estar tancongestionadas.

Me di el lujo de pagar un servicio de taxi, digo, hay que tener la seguridad de llegar con buen tiempo y así lograr que ese trabajo sea mío.

Tomé el taxi y efectivamente, las avenidas estaban solitarias, el trayecto fue bastante agradable, el conductor del taxi habló realmente poco e incluso me permitió escoger la estación de radio; así que mi viaje estuvo ambientado por una estación muy popular de salsa.

Pasados unos veinte minutos, llegué a mi destino: un edificio de estilo moderno de uno quince pisos aproximadamente, donde primaban los grandes ventanales. Pagué la carrera y subí hasta el piso doce, lugar donde me recibirían para la entrevista.

Llegado al punto de encuentro, una joven muy amable me sugirió tomar asiento frente a otro joven aparentemente de mi edad, pero con un perfil diferente.

Al ser diseñador, se suelen tener ciertos parámetros de vestimenta. Fui lo más elegante que pude, solo que no suelo usar corbata y mi chaqueta era de un color beige, mientras que mi posible rival estaba vestido con un típico traje de oficina color negro y una corbata azul.

Lo saludé por cortesía y le pregunté si venía por la vacante de diseñador gráfico júnior. Él,muy amablemente, me devolvió el saludo y me dijo que venía por el puesto de desarrollador web júnior. Sentí un alivio interno, pues deseo muchísimo este trabajo paraasí empezar a tener mucha más independencia.

Hablamos de temas banales, que afortunadamente por nuestra edad eran muy compatibles.

Luego de unos diez minutos, el chico que aspiraba al puesto de desarrollador fue llamado a una de las dos puertas que teníamos en frente, y con un “buena suerte” nos despedimos.

Seguido a esto, fui llamado a la puerta contigua. La oficina era bastante convencional, para serles sincero. La empresa en la que aspiro ingresar a trabajar es una startup dedicada a los videojuegos y buscan a alguien que ayude a crear personajes, así que imaginaba algo mucho más colorido, pero esta oficina daba más la sensación de consultorio médico que de un lugar creativo.

“Buenos días joven, bienvenido a la empresa. Como verá, estamos buscando un diseñador de personajes júnior y usted encaja en este perfil. Queremos hacerle unas pocas preguntas para saber si es apto”, me 

explicó una joven de treinta y pico años, con gafas rojas y una personalidad que denotaba la falta de sueño reparador en su vida.

“Bueno, la primera y única pregunta es: ¿cómo es su método creativo?”, continuó.

Me sentí tan aliviado por la pregunta, porque realmente pensé que harían algún tipo de cuestionamientos más capciosos. Le expliqué cómo era mi proceso creativo: buscar referencias, analizar el entorno, hacer el brief y todo lo que conlleva realizar un trabajo acorde con las necesidades del cliente.

La joven entrevistadora me levantó una ceja y bastante sorprendida, me dijo: “¿Y por qué no usas mucho más la inteligencia artificial? Puedes crear lo que sea sin matarte tanto, e igual se verá bonito”.

Le expliqué que por el momento solo la usaba como referencia, pues aún existen ciertas limitaciones y siempre debemos añadir algunos detalles personales para darle mayor calidad. También le indiqué que de manera personal consideraba que para crear imágenes rápidamente se necesita un contexto, pues el diseño no se basa solo en crear imágenes bonitas, allí reside el valor del diseñador, en la conexión imagen-funcionalidad.

Debo reconocer que me sentí orgulloso de mi respuesta y esperaba algo de aprobación, pero al parecer, mi réplica no la convenció. A partir de ese instante, la entrevista se volcó hacia simples preguntas rutinarias.

Respondí a todas y cada una de ellas lo mejor que pude, y con un frío “lo estaremos llamando”, se terminó mi entrevista. Me despedí cortésmente y salí aguantando la tristeza y decepción en mi cara.

A la salida del edificio me encontré con el joven aspirante a desarrollador web, quien tenía una actitud similar a la mía; lo invité a un café y fuimos a hablar sobre nuestra reciente experiencia.

Él me contaba que al parecer a los reclutadores no les había gustado que no usara inteligencia artificial solamente, por lo que el componente humano no era del interés de la compañía.

Le comenté que me había pasado exactamente lo mismo, que el usar inteligencia artificial como referencia no les había gustado tanto. Luego del café, nos despedimos deseándonos suerte en la búsqueda de empleo.

Mi vida continuó con regularidad: levantándome temprano y pasando hojas de vida en diferentes portales web. Pero, luego de semana y media, un correo me alegraría el día… Era de la empresa de videojuegos en donde me había presentado con anterioridad:

“Querido Carlos.

Queremos comunicarle que hemos decidido continuar con su proceso de admisión en la empresa. En un análisis mensual de resultados con clientes, nos hemos dado cuenta de que el valor humano es necesario, y creemos que su perfil se adapta a lo que buscamos: alguien que maneje las nuevas tecnologías y las mezcle con el componente humano. Quedamos atentos a su respuesta.

Posdata: tenía usted razón, el tener toda la posibilidad de crear algo desde cero requiere también tener buen gusto. Al final no queremos vivir en un mundo donde los humanos tengan trabajos duros y no tengan oportunidades, mientras los robots se dedican a pintar.

Lo esperamos pronto”.

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