A quienes escuchan reggaetón d, salsa, bachata, cantinazos, rancheras, punk, death metal, villancicos y hasta reggae, suelen decirles “sancochos” a sus play list, pero… ¿A quién no le gusta el sancocho? Si es un manjar para dioses.

Por: Editorial El Clavo.

Muchos se han sentido identificados, en algún momento de su vida, con alguna canción. Incluso han dedicado canciones a ese amor que ya falló, o que aún sigue en sus vidas. Quizás les han dedicado canciones a sus padres, madres o hermanos. También hay quienes no dedican canciones, pero callan los nombres de quien están pensando y sonríen al escuchar algún tema que les hace feliz al recordar a ese ser especial… la música es eso, una extractora de momentos.

La música mueve fibras, genera emociones de felicidad, tristeza y un sinfín de sentimientos que, con el tiempo, aprendemos a darles nombre y momentos gracias a las canciones que nos recuerdan a esas etapas de la vida en las que vamos aprendiendo de errores, en las que disfrutamos de esta vaina llamada “vida”.

Hay quienes son crossover y se divierten con cualquier tipo de música… a este tipo de personas se les debería separar un espacio en el cielo, pues no importa qué esté sonando, se sincronizan con la música y hacen que su verdadero ser inferior salga a flote. Algo muy distinto a quienes son amantes de la música de una forma radical, en la que, si son reggaetoneros no pueden escuchar rock o metal porque satanizan sus canciones, y ocurre también mucho al revés.

Estas personas no saben disfrutar de los momentos, y se la pasan a la defensiva, caso contrario a si aprenden a disfrutar de cualquier tipo de canción o melodía.

El verdadero crossover

A quienes escuchan reggaetón d, salsa, bachata, cantinazos, rancheras, punk, death metal, villancicos y hasta reggae, suelen decirles “sancochos” a sus play list, pero… ¿A quién no le gusta el sancocho? Si es un manjar para dioses. No hay nada mejor que poder disfrutar de todos los momentos, sin importar qué esté sonando de fondo. Al fin y al cabo la música suele ser solo un conductor de felicidad. Es el medio para hallar un fin, el fin mismo es la alegría y plenitud de sentirse vivo.

Ahora bien, otro de los grandes problemas con la música, más que sus diferencias de géneros y sus personas radicales, es el de no saber que dedicándolas a las personas menos correspondidas puede hacer que se te dañe un momento feliz del futuro cuando escuchas esa misma canción. Imagina que te gusta mucho una chica o un chico, y le dedicas una canción de amor, que apenas la escuchaste te recordó a esa persona, y quisiste que lo supiera, dedicándosela… sin embargo esa relación sale mal, y ahora en cualquier discoteca o bar ponen esa canción… hace más largo el proceso de luto por haber perdido a esa persona, justo a quien recuerdas en cada centímetro de un lugar social.

No dediquen canciones a quienes no saben si estarán su vida entera… no regalen sus momentos de felicidad por un instante de capricho amoroso.