El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha puesto en duda la continuidad del coronavirus como una pandemia. Esto es lo que dice la comunidad científica.

Después de más de dos años y medio de restricciones y regulaciones relacionadas con la COVID-19, mucha gente desea que se anuncie oficialmente el fin de la pandemia. Las noticias de la semana pasada podrían haber llevado a muchos a concluir que hemos llegado a esa instancia.

El Director General de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, dijo a los periodistas en una conferencia de prensa que el fin de la pandemia está a la vista. Unos días después, el Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, declaró durante una entrevista en el programa 60 Minutes: “La pandemia ha terminado”. Pero también reconoció: “Todavía tenemos un problema con la COVID. Aún estamos trabajando mucho en ello”.

Una pandemia es un brote de enfermedad que abarca varios países y afecta a muchas personas. La OMS es la encargada de declarar cuándo un brote se ha convertido en una pandemia y de decidir cuándo deja de ser una emergencia de salud pública de importancia internacional. En todo el mundo, la COVID-19 sigue causando cerca de 1600 muertes al día y el número de casos no se ha estabilizado en un nivel bajo, lo que lleva a la jefa científica de la OMS, Soumya Swaminathan, a concluir que “todavía es un poco prematuro decir que lo hemos superado”.

En Estados Unidos, el virus mata entre 400 y 500 personas al día. “Sigue siendo demasiado”, afirma la epidemióloga Jennifer Nuzzo, directora del Centro de Pandemias de la Universidad de Brown. Otros están de acuerdo con Nuzzo, y añaden que declarar el fin de la pandemia puede comprometer los esfuerzos de prueba y vacunación en curso, ya que ómicron BA.5, altamente contagiosa, sigue circulando en EE.UU. y en muchas partes del mundo, y porque los casos pueden aumentar a medida que más personas se reúnen en el interior con el tiempo más fresco.

Lo que complica el escenario, dicen algunos epidemiólogos, es que no hay criterios establecidos (un nivel aceptable de casos y muertes, por ejemplo) para determinar si la pandemia ha terminado. Si bien es cierto que los humanos son más resistentes al SARS-CoV-2 -a través de la vacunación y o la infección por COVID-19-, señala Eric Topol, fundador y director del Scripps Research Translational Institute de California, “el virus todavía está en marcha”. Para él, el fin de la pandemia no es inminente, y “eso es seguro”.

Niña de la escuela primaria de Kanishail en Sylhet, Bangladesh, recibe una inyección de COVID-19 durante un programa de vacunación el 28 de agosto de 2022.

Qué factores nos indican el fin de la pandemia

Aunque el número de muertes diarias es una de las métricas para calibrar si la pandemia está llegando a su fin, otras son el número de casos, la estacionalidad de los brotes, las tasas de vacunación, la disponibilidad de tratamientos eficaces y la transmisibilidad de las variantes actuales y nuevas de COVID-19. Pero sacar tales conclusiones es complicado, dice Swaminathan. “Este es un virus nuevo, y no hemos tenido antes una pandemia mundial de coronavirus”.

Otro elemento de confusión es la falta de datos de muchos países, indica. Averiguar cuándo la pandemia pasa de la fase aguda a la endémica (lo que significa que la COVID-19 sigue existiendo pero sin causar grandes brotes), solo podría determinarse retrospectivamente: “Quizá podamos mirar atrás y decir que fue en el verano de 2023, por ejemplo, cuando el mundo salió de los efectos de la pandemia”.

Para Topol, ese juicio debe basarse en la trayectoria de la pandemia: “Miro dónde estábamos en el verano de 2021: habíamos bajado a 12 000 casos [diarios] en EE.UU. y las muertes eran poco más de 200. Si nos mantuviéramos ahí se sentiría lógico declarar terminada la fase pandémica. Sin embargo, el experto asegura que “no estamos ni cerca de eso” e incluso teme que las nuevas variantes puedan provocar otra oleada de casos y hospitalizaciones que permitan alargar la pandemia.

Para Lone Simonsen, epidemióloga de la Universidad de Roskilde (Dinamarca), la estacionalidad de los brotes, además del menor número de muertes, podría ayudar a indicar cuándo podría terminar la pandemia. Si el número de casos se dispara en verano, cuando el virus tiene menos oportunidades de propagarse, “todavía estamos en la fase pandémica”, afirma. Ese fue el caso en 2021, cuando los casos fueron impulsados por la variante delta y este verano pasado con ómicron. Así que, para Simonsen, hay que esperar y ver.

Pero Dinamarca, España y otros países europeos con altos niveles de vacunación eliminaron hace meses la mayoría de los mandatos y restricciones de la pandemia, ya que la COVID-19 no ha causado enfermedades graves ni ha saturado los hospitales. Sin embargo, dice Simonsen, la COVID de larga duración sigue siendo una preocupación. Y ningún país ha declarado oficialmente el fin de la pandemia.

Amesh Adalja, especialista en enfermedades infecciosas del Centro de Seguridad Sanitaria de la Universidad Johns Hopkins, sostiene que la fase de pandemia mundial ha terminado en gran medida, dado que cientos de millones de personas ya han sido infectadas por el virus, que existen vacunas y tratamientos que pueden prevenir la enfermedad grave y que es poco probable que la COVID-19 perturbe completamente el sistema sanitario como lo hizo en su día. “No significa que de repente las cosas vuelvan a ser como en 2019. No significa que el coronavirus desaparezca y se detenga toda la acción”, sostiene. “Significa que va a haber un número de referencia de casos, hospitalizaciones y muertes no muy alto“.

Cuáles pueden ser esos niveles aceptables de hospitalizaciones y muertes es una decisión política, se pregunta David Heymann, epidemiólogo de enfermedades infecciosas de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres (Reino Unido) y ex jefe del grupo de enfermedades transmisibles de la OMS.

Decir que la COVID-19 se terminó cuando no es así

A Nuzzo y a otros les preocupa que declaraciones como que la pandemia ha terminado puedan ser un flaco favor.

Con la puesta en marcha en EE.UU. de un refuerzo específico de ómicron, “me preocupa realmente que millones de estadounidenses con riesgo de padecer una enfermedad grave entiendan que no necesitan reforzarse”, lamenta Nuzzo. “Eso es muy, muy desafortunado”.

También le preocupa que estas declaraciones puedan conducir a una mayor reducción del acceso a las pruebas y los tratamientos gratuitos de COVID-19, especialmente para las personas sin seguro médico.

A Topol le inquieta que también pueda socavar la motivación y la financiación para acelerar el desarrollo de mejores vacunas y tratamientos contra la COVID-19, poniendo en peligro la salud de millones de personas inmunodeprimidas o con riesgo de desarrollar la COVID de larga duración.

No es el momento de hacer afirmaciones audaces sobre el fin de la pandemia, advierte. “Pero sí es el momento de ser audaces para acelerar hasta un punto en el que podamos decir: lo hemos conseguido, lo hemos hecho”.

Fuente: National Geographic