Por: David Alejandro Valencia.

Los bloqueos en vías y carreteras nacionales son la estrategia del gobierno nacional para desactivar
el Paro que se desarrolla actualmente en el país. Claro, no se trata de que el gobierno ha infiltrado
personas para levantar bloqueos, aunque algunos así lo sospechen, sino que en su falta de actitud
democrática el Gobierno ha decidido cerrar los espacios de interlocución y negociación con los
jóvenes y todos los actores sociales que se encuentran en estos puntos de resistencia. La
negociación política con los representantes de quienes están en las calles, que empiezan a
organizarse a nivel local y nacional, podría desactivar dichos bloqueos o por lo menos garantizar
espacios de transito necesarios para alimentos, combustible y particulares.


Justamente por lo anterior, el Gobierno Nacional ha decidido dialogar exclusivamente con el Comité
Nacional del Paro, que en una suerte de ficción de representación está suplantando a quienes
insisten desde las primeras líneas, que no están siendo representados por dicho comité. En esa
ficción de representación, la salida del Gobierno Duque es simular una negociación excluyendo a
los que efectivamente están en las calles del país para debilitarlos física y moralmente.


Por supuesto el Comité del Paro tiene cierto grado de representación sobre organizaciones sociales
y partidos políticos, especialmente, el recién fundado ‘Partido Dignidad’ del Senador Jorge Enrique
Robledo, pero es insuficiente para consolidarse como único agente negociador frente al Gobierno.
Pero carece de instancias de participación de las personas que efectivamente han organizado en
sus barrios, ciudades y municipios las actividades del Paro. Claramente hemos visto cómo las calles
imponen la agenda de movilización mientras que el Comité de Paro las secunda con tardías
circulares invitando a las mismas.


Resultado de ese bloqueo, quizá el más peligroso a las salidas democráticas en los últimos días, se
ha fortalecido la idea de que los bloqueos, como estrategia del Paro, terminarán por reducir a su
mínima expresión cualquier apoyo popular al mismo. Hasta ahora, la simpatía por el Paro y los
marchantes no ha menguado, pero sí se evidencia un desgaste de la estrategia de bloqueo como
opción de lucha y resistencia, pues la población humilde del país ve aún más endurecidas sus
condiciones de vida. En cualquier caso, mantener los bloqueos pasa de ser una estrategia de lucha
de los manifestantes, para convertirse en la estrategia de lucha del Gobierno para hacer tiempo y
no ceder en nada fundamental hasta que el indispensable apoyo popular del Paro se diluya.


Esto enfrenta a una disyuntiva: Suspender los bloqueos y perder algo de presión en el gobierno o
mantenerlo y arriesgar la simpatía por el paro en su conjunto. Ninguna salida es fácil y ambas
tienen riesgos para el Paro y para los y las colombianas, pero después de tres semanas de un
Gobierno que no escucha necesitamos reinventar las formas de manifestación. Hoy el Gobierno
vive su mayor crisis de legitimidad en los escenarios internacionales, porque la brutalidad de la
represión ha revelado frente a las cámaras de los celulares y las redes sociales las violaciones de
Derechos Humanos que, aunque han sido el pan de cada día en Colombia, ahora están a la vista de
todo el mundo.

En ese sentido, conviene revisar urgentemente la idea de mantener los bloqueos
como forma de presión social, no sea que el paro termine por darle el aire de legitimidad que el
Gobierno busca desesperadamente. Quizá es momento de pasar del bloqueo a la marcha masiva,
del bloqueo a la toma artística intermitente, del bloque al desbloqueo de la democracia con la
creatividad popular. Seguir en este escenario terminará por reforzar la estrategia del gobierno, el
pueblo debe patear el tablero y establecer las reglas de juego para el gobierno y eso implica una
necesaria reinvención.


Adenda:
El rechazo del Gobierno a la visita de una comisión de verificación de la CIDH es digno de una
dictadura. La escasa simulación de democracia que intenta el Gobierno Duque para arañar un poco
de legitimidad va cayendo y el Gobierno va mostrando su cada vez más evidente espíritu
autoritario. Esto no es muestra de fortaleza sino de debilidad, el Paro está haciendo efecto.