Sebastián Ángel fue el creador de la empresa ‘Cultura Cannábica’, organización que se dedicaba a la venta de productos relacionados con el cannabis.

Su emprendimiento logró alcanzar un éxito considerable. Lastimosamente, su inexperiencia y la falta de apoyo gubernamental, llevaron sus productos a las manos de menores de edad. Delito por el cual pagó con su libertad. Hoy, libre y desde su casa, cuenta cómo su reclusión lo encaminó aún más en el activismo.

¿Cómo llegas a crear el emprendimiento de ‘Cultura Cannábica Cali’?
Yo había empezado un pequeño emprendimiento de artículos de cannabis, pipas, grinders, cosas similares. Sin embargo, también quería empezar a luchar contra el estigma, contra esa idea de que el cannabis es la “mata que mata” así que cree la pagina con ese fin.

¿Cuándo sentiste que ya había comenzado tu camino como activista?
Yo ya había empezado todo un proceso de culturización con la página, había leído de marketing digital, manejo de redes sociales y bueno, todo eso dio frutos. El proyecto empezó a tener muchos seguidores y un día la Alcaldía me escribe y me dice que si quiero ser el representante de los marihuaneros en Cali y dije que sí.

Y bueno, fuimos a Jovita y se hizo una actividad con unos cuadros de tela para representar que somos parte del tejido social. En ese mismo momento, yo empecé a hablar sobre que necesitábamos espacios, porque no teníamos un lugar en dónde “botar el humo“.

¿Cómo empiezas a vender pasteles con cannabis?
Cuando el emprendimiento estaba un poco más sólido. Conocí la historia de un pastelero que se llama ‘Donatello’, él asiste a eventos privados y vende sus productos. Me enamoré de eso y lo quise intentar.

Bueno, y con eso logré dedicarme casi al 100% a la venta de pasteles con cannabis. Yo vendía por unidad, al por mayor, de una forma muy normal. La página logró tener muchos seguidores. De un momento a otro me convertí en un distribuidor grande. Encontré en hacer pasteles algo que no había sentido antes. Y bueno, íbamos muy bien, incluso hicimos una inversión en ollas y materiales, hasta que caemos capturados.

¿Nunca pensaste en que lo que estabas haciendo era ilegal?
Pues sí, la verdad si tenía un sentimiento de que estaba haciendo algo mal porque la marihuana con la que hacía pasteles era del narcotráfico, pero bueno. Pensé que conforme fuera creciendo, podía ir creando más, conseguir la hierba de mi autocultivo.

Pero yo estaba tan tranquilo, que incluso registré el nombre de ‘Cultura Cannábica’ en la Cámara y Comercio como una pastelería. Jamás pensé que me fueran a arrestar.

¿Cómo fue el día que te arrestaron?
Eso fue extraño, porque el inconsciente te avisa. Una noche antes me dio como por cerrar todo, ya como que no quería vender más pasteles, sentí que estar vendiendo a tal cantidad, sin saber a quién o para qué, me podría traer problemas, pero bueno, me acosté a dormir.

Al otro día me levanté, eran las 6:05 de la mañana, mi mamá se estaba fumando un cigarrillo de marihuana y me estaba ayudando a empacar algunos pasteles. Mi madre me ayudaba de vez en cuando, pero siempre me decía que sí nos íbamos a meter en problemas. Yo la verdad pensaba que mientras tuviera las libras de marihuana en mantequilla, no iba a pasar nada.

Bueno, aparece una docena de policías en la casa, nos hacen el allanamiento y los dos vamos arrestados. Nos acusan de concierto para delinquir, tráfico y porte de estupefacientes y suministro a menores de edad.

En fin, nos hacen una audiencia y el abogado logra demostrar que nosotros éramos únicamente un emprendimiento, que teníamos carta de presentación, flayers, promos, todo lo que hubiera tenido una empresa en nacimiento normal. Eso la primera juez lo ve muy claro y nos da libertad inmediata. Sin embargo, 4 meses después, se toma otra decisión y nos toca pagar cárcel.

¿Cómo te fue en el tiempo que pasaste en la Cárcel de Villa Hermosa?
Yo tuve la suerte de que me hice amigo de un man de Siloé. Le caí bien y me llevó en la buena. Nunca me intentaron hacer nada gracias a eso y a que me puse a trabajar para rebajar la pena, porque me habían leído 16 años de condena.  

Y bueno, se me dio la oportunidad de entrar en el programa ‘Misión Carácter’ y empecé a dar charlas sobre consumo de sustancias psicoactivas y sobre riesgos y daños en la cárcel. Lo mejor de todo el proceso, fue que lo que me decían los internos, porque muchos nunca habían tenido una charla así, no tenían ni idea del proceso de autocultivo o de los diferentes tipos de marihuana.

¿Después de lo que te pasó por qué no te alejaste del mundo del cannabis?
Porque lo que me pasó es algo injusto. No es justo que una persona caiga preso por marihuana. Y ese es el motivo del activismo y de las marchas, que no haya más presos por marihuana, que por fin se logre la liberación de la planta.

Mi papel como activista es seguir luchando por eso, seguir culturizando a la gente. Ahora tengo y quiero crear una organización que hable sobre riesgos y daños, hacer el mismo trabajo que hacía en la cárcel.