
Por: EMAVI.
Dicen que los niños Yanaconas crecen basándose en los principios de la sabiduría ancestral, la medicina tradicional, el respeto por la Pachamama, la madre tierra y la solidaridad como un valor fundamental.
Y con el concepto de solidaridad, unión y ayuda a los demás creció Oscar Andrés Ruiz Chicangana, un joven que nació en el Resguardo Indígena Yanacona ubicado en Rio Blanco, municipio de Sotará Cauca, región que hace parte del macizo colombiano.
Chicangana tuvo una niñez plena, creció en medio de costumbres y tradiciones, fundido en los colores del “Intichuri” o arco iris, como ellos lo llaman, el murmullo apacible en torno al fuego sagrado y al cocido de maíz con sabor de hogar.
Hoy, con 26 años, no olvida de donde proviene, recuerda con orgullo sus raíces y su cultura, pero también reconoce que creció con el espíritu de fuerza inculcado por su padre y su abuelo además de la inspiración de su madre, de luchar por sus sueños, estudiar en las grandes ciudades, profesionalizarse y adquirir conocimiento.
Empezó a inclinarse por la medicina, como la mejor forma de ayudar a los demás especialmente a quienes sufrían de quebrantos de salud; su inteligencia y dedicación en sus estudios le permitieron obtener excelentes resultados en las pruebas Icfes, abriendo con esto la oportunidad de ingresar en el 2011 a la Universidad del Valle, donde culminó sus estudios satisfactoriamente y recibió grandes beneficios por pertenecer a un pueblo indígena.
Pero su deseo de ayudar a los demás desde su profesión iba más allá de lo que alguna vez imaginó. Siempre ha sentido admiración por sus Fuerzas Militares especialmente por su Fuerza Aérea, conocedor no sólo de la seguridad que brinda en todo el territorio nacional, sino también de la manera en que llegan a las comunidades más apartadas para beneficiar a las personas en situación de vulnerabilidad.
Durante siete años y medio, mientras estudiaba en la Facultad de Medicina, se imaginaba haciendo parte de la Fuerza Aérea Colombiana, FAC, como médico militar y aún más cuando tuvo la oportunidad durante su rural de conocer personas de la Institución, recibir pacientes que llegaban en aviones al Comando Aéreo de Transporte Militar, CATAM, con diversas condiciones médicas, especialmente enfermos por el COVID-19.
Estuvo informándose a través de las páginas de la FAC, conociendo la labor que cumplían sus Unidades y la misión que ejercían, sobre todo en lugares donde el orden público se veía más alterado por diferentes situaciones sociales. Así fue como tomó la decisión, sin dudar un solo segundo, de incorporarse con su profesión a esta Institución.
Inició su proceso de incorporación y logró cumplir con todos los requisitos para ingresar a la Escuela Militar de Aviación “Marco Fidel Suárez” y formar parte del curso No 94 de Oficiales del Cuerpo Administrativo, integrado actualmente por 54 profesionales en diferentes áreas.
Considera que el proceso que ha vivido desde el primer día en el que ingresó al “Alma Máter” de la oficialidad, ha sido un ejercicio de humildad desde el principio, este joven ha aprendido la importancia de escuchar y obedecer, afirma que como profesional puede tener muchos conocimientos en su área, pero considera que este es otro mundo diverso donde la disciplina, el orden, y los valores que hacen grandes a las personas se deben aplicar en el quehacer diario.
Admira a sus superiores por esa capacidad de mando y liderazgo que ejercen entre su personal, respeta a sus compañeros con quienes disfruta de esta experiencia, que, según él, ha cambiado su vida. Se siente feliz de pertenecer a esta familia aérea, orgulloso de saber hasta dónde ha llegado y con el paso de los días, siente que se ha convertido en un hombre más fuerte, capaz de vencer sus medios, de imponerse retos y cumplirlos.
Es consciente que estar alejado de su familia es de las cosas más difíciles, pero se aferra al hecho de volverlos a ver ya convertido en un Oficial orgulloso de pertenecer a tan digna Institución, sabe muy bien de donde viene y está completamente seguro hasta donde quiere llegar, su familia es el motor que lo impulsa siempre a mirar hacia adelante y nunca desfallecer.
Considera a la Fuerza Aérea Colombiana, organizada y exitosa, además de ser la más querida por los colombianos, con un talento humano capacitado y profesional, dispuestos siempre a dar lo mejor de sí por el cumplimiento de la misión. Se siente plenamente agradecido con esta Institución, por la oportunidad que le ha brindado de formar parte de ella, una Fuerza inclusiva, que no se detiene a mirar estratos sociales, etnias o religiones, cuyo principio fundamental, son los valores y principios de las personas.
Hay un proverbio maya que dice: “El que cree, crea; el que crea, hace; el que hace se transforma a sí mismo y a la sociedad en la que vive”, y este concepto lo tiene claro el aspirante Chicangana quien espera convertirse en Oficial y poder llegar algún día con su profesión y su Fuerza Aérea, al resguardo indígena que lo vio nacer, para ayudar tal vez con brigadas médicas y otras actividades a su comunidad, sabe que no es fácil llegar, pero afirma con certeza que cuando el cielo existe, no hay límites para hacerlo.
Desea poder compartir la palabra, estrechar sus manos con su pueblo, germinar semillas de múltiples colores en su Chagra, que en lengua kichua significa huerta, y servir de inspiración para muchos otros jóvenes que quieren alcanzar sus sueños sin olvidar el cantar de las aves, la fuerza del río, el silbido del viento, el destello del abuelo sol y la madre luna, que les recuerda cada día el por qué deben levantarse a trabajar y seguir adelante.