La realidad es que ver a una niña descalza limpiando vidrios, a un niño con poca ropa vendiendo bananas, o a un bebé metiéndose un cigarrillo a la boca, se ha vuelto tan normal que no se hace nada para prevenir este tipo de accionares.

Por: Editorial El Clavo.

Sara, de unos 3 años de edad, estaba comiendo arroz con leche a las 9:34 P.M. a las afueras del Parque Simón Bolívar. Sus padres, una pareja de origen venezolana, trabajan fuertemente vendiendo perros y hamburguesas después del emblemático Rock Al Parque de Bogotá. En un descuido, Sara se agacha y recoge una de las millones de colillas que caen al suelo en ese sector, tal vez por el frío, los rolos fuman mucho… o simplemente por el ambiente punkero del día. Entre un frío de espectro, agarra con su dedo índice y el medio dicha colilla, con la delicadeza de alguien que apenas está aprendiendo a hacer algo.

Sus dedos van directo a la boca y Sara, tan inocente y pequeña, empieza a calar de esa colilla apagada. Sus padres no la ven, y lo hace por un par de veces. ¿Qué está pasando en la mente de los niños de bajos recursos? ¿Es verdad que todo lo que los niños lo ven lo aprenden? Esas preguntas que muchas personas se hacen, son verdad, pero casi nadie vive su vida teniendo esa premisa en la cabeza.

Espejito, espejito

Bastó tan sólo ver a Sara en esa condición para entrar en una discusión clara, y es que los adultos son el espejo vivo de los niños y niñas de las calles y de la casa. Justamente se convierten en esponjas vivientes, algo cansonas y cansones, pero atrayentes de cada uno de los hábitos de sus padres, primordialmente, o de sus abuelos o padres y abuelas adoptivas.

Así pasa con las emociones. Si un niño o una niña es muy iracunda, tiene algo que ver los comportamientos que ha adoptado de su padre, su madre, sus hermanos o sus abuelos Y justamente es antes de los 5 años donde los y las niñas más adoptan estos hábitos, buenos o malos, pero que terminarían de forjar una personalidad que con el final de la niñez, de la adolescencia y de la juventud, terminarán por formar a una persona, que viva plenamente y en paz, o en una cárcel u hospital.

Criar bien no es sólo enseñar conscientemente

Tener un hijo, o un hermano menor, es muy divertido. Para algunas personas puede ser tedioso o estresante, pero lo que sí se debe de saber es que la enseñanza debe de ser uno de los pilares para esa relación, donde el chiquito o chiquita quieren estar jugando siempre, y el padre, madre o hermano mayor deberán implantar conocimiento de alguna u otra forma.

Sin embargo, esto puede verse afectado cuando la situación de pobreza llama a las puertas de las familias, donde tienen que llevar a los y las hijas al trabajo, o incluso, en donde tienen que ponerlos a trabajar.

La falta de dinero genera falta de oportunidades, y la falta de estas generan ignorancia. Quizás es la misma razón por la que los padres de bajos recursos no tienen el conocimiento pleno de cómo criar a sus hijos o hijas, y es por los descuidos, por este mismo desconocimiento, que los niños y niñas empiezan a explorar lugares o personas que no deberían.

Si usted tiene un hijo o una hija, y siente que no le da el espacio necesario para ayudarlo a forjar su personalidad, es hora de hacer algo, porque si usted no ayuda a su forma de ser, otras personas lo harán, y pueda que no lo hagan de la mejor forma.