La estatua de Cristóbal Colón, en la Avenida El Dorado en Bogotá, capital colombiana, estuvo a punto de ser derribada por integrantes de los indígenas Misak y algunos ciudadanos manifestantes que se encontraban en el lugar. El ESMAD protegió la estatua y dispersó a los protestantes con gases lacrimógenos.

Esta pasaría a ser la segunda estatua vandalizada, siendo la primera la que se le esculpió en homenaje a Gonzalo Jiménez de Quesada, en las inmediaciones de la Universidad del Rosario. 

Para los indígenas Misak, muchos de estos monumentos no son sino hechos históricos que representan las violaciones, el arrebato de creencias y una colonización basada en los actos vandálicos, genocidios y esclavitud.