Miedo a vivir, a sobrevivir.

Sólo hace falta ver al horizonte,

Gigantescos montones de tierra,

Montañas con sombreros blancos.

Para sentirse diminuto, inservible.

Sin fuerza para seguir.

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Y da temor el ser aplastados por la ira

De los dioses, esos enojados,

A quienes tantos adoran, tantas religiones,

Dioses enojados con los que dicen que no existen…

Y descargarán su furia en formas distintas.

Aquellos sombreros blancos ya son desgracia,

Para las nubes… pues son de un color más blancos.

Más real, más puro.

ANGELICAL.

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Y los mares de amarillo sobre asfaltos urbanos,

Son esa desgracia para los que barren

Ese color, desordenado por un soplido,

Otro dios, vuelve a desordenar el montón de amarillo,

Desecho de árboles, fin de un ciclo.

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Y fluye el odio, sobre la tierra.

En forma de sequía en los desiertos,

De agua en las inundaciones.

De rechazos y besos en las mejillas,

En forma de quienes no corresponden un buen amor.

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Que el dios que sea me mate ya,

No correspondo un amor, me correspondo a mí mismo…

Y como no creo en dioses, ya ellos no creen en mí. Me olvidan…

Fluiré… en un mundo de mortales con deidades inmortales.

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Y es que la pasión misma de ser mortal,

Me llena de furor, tristeza desleal.

Me siento pequeño ante tanta grandeza mundial.

Soy diminuto, una hormiga comparado a percepciones ignorantes.

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Percepciones reales de gente imaginaria.

Personas que son más de allá que de acá.

Que hablan a mis espaldas, bajo mis oídos y frente a mis ojos.

Personas imaginarias, que creo luego de entrar en shock.

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Soy raro.

Soy diminuto.

Soy la escoria total para esos dioses que de nosotros se burlan.

Soy el ejemplo mismo de pena ajena.

Soy, eso soy, un bufón de reyes.

De esos magnates ‘leales’.

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Pero me animo. No creo en ellos, ellos creen en mí.

No los necesito, nunca me he visto inmiscuido en su percepción.

No he necesitado jamás de su presencia, ni de su falso aliento.

Me tengo a mí, y soy más poderoso.

Aún diminuto, aún desalojado de la realidad.

Soy mejor. Soy mi mejor versión.

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Y que se vengan esos dioses malditos.

Que vengan y me crucifiquen con palillos de dientes.

Me quemen en hogueras de agua.

Que me den latigazos con hilo dental.

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Sigo siendo más.

Sigo siendo yo.