Dios sabrá lo que pasa por mi mente.
Banalidades extrañas que ni yo logro entender.
Genero desconfianza rotunda en mis allegados,
Y siempre que advierto cómo soy, no me suelen creer.

Volteo con mi vida, buscando hallar una salida.
Me creo importancias y genero desconfianzas.
No guardo rencor, pero tampoco a mi vida llega el perdón…

Hasta para iniciar conversaciones con desconocidos soy extraño,
Hablo de política, en una sociedad que no entiende sino de izquierda y derecha.
Hablo de los astros, en una sociedad que parece vivir sin poder levantar su cabeza.
Hablo de mí, pero con tanta banalidad, juran que soy narcisista, egocéntrico… ególatra.

La vida misma se encargó,
De ponerme allá en un cajón.
De matarme sin morir,
De llevarme sin antes mi trago consumir.

La vida me puso acá, cuando me siento de otra época.
Me gusta la vida, me encanta vivir,
Pero siento que no pertenezco ni en mi propia casa.
Quizás por eso me gusta ir al parque y pisar la hojarasca…
Me olvido de todo un poco, menos de mi gata.

Gata gris y blanca,
Enorme en mi mente, pequeña ante mis brazos.
Ojos color azul, azul color ocre. Ocre tono pálido…
Mi mente juega hasta con tonalidades, juega conmigo.
Mi mente, destruye mi percepción.

Mente alocada, disruptiva y peyorativa.
Pensamientos intranquilos que viven rondando mi enorme interior.
Palabras que van y vienen y a los que no les hayo hogar en una oración.
Recuerdos que no quiero ver nunca más.