Tomado de un fragmento del libro ‘Yo también siento – Wylde’.~

Mi cabeza sale por entre las ventanas

En busca de sólo ver el cielo.

Ese rojizo, anaranjado… azulado.

Tarde tornasolada, cielo explosivo.

.

Pero no lo encuentro, no lo veo.

No lo logro hallar, sólo veo nubes,

Blancas, no azules Como los niños las pintan en cuadernos.

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Y no me detengo allí. Corro otras cortinas,

Abro otras ventanas, y vuelvo a buscar

Allá arriba, donde sólo los dioses se divierten

Donde me carcome la manía

De encontrar el caos, caos colorido, alegre… Descolorido, triste.

.

Al final, un atardecer dura poco.

Y no logro este día verlo. Pero no me rindo…

Igual siempre vuelve a salir el sol,

Para esconderse… dejando huellas

De tonalidades en nuestro cielo.

.

Y vuelve a oscurecerse el cielo, ese cielo, aquél cielo,

Y llega el anochecer con el frío lunar.

Se va el sol con su cálido y colorido navegar.

Entre espacios nuestros…

Entre relojes que marcan su hora de salida,

Y siempre vuelve a llegar a la hora indicada.

Como si fuera una madre que calcula su tiempo, Como si tan sólo fuera un patrón sin error.

.

Sin embargo, las nubes siempre son distintas.

Sus formas cambian, y los rayos del sol

Siempre pegan de una forma distinta.

Pegan fuerte, no lastiman. No sienten,

Son nubes.

Coloridas nubes de atardecer.

.

Mañana quizás las vea,

Cuando saque mi cabeza por alguna ventana,

O al caminar y mire al cielo, a esa hora…

Siempre a las seis en punto,

Cero, seis, dos puntos y luego dos ceros.

.

Pe eme.

Como un conjuro mágico, como si domáramos

Al sol. A sus rayos… a sus nubes terrestres.

Qué idiotas somos los humanos a veces…

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Buscando un cielo, un mismo cielo

Que vimos un día,

Pero que no tendremos de nuevo.

El cielo es egoísta, no deja

Ver de nuevo sus obras de arte.

Como yo, un poco compulsivo.