El presidente de Colombia, que no apareció para la foto oficial de la cumbre, pide a los gobiernos del mundo una desconexión inmediata de los hidrocarburos.

El presidente Gustavo Petro ha sido él más que nunca en esta cumbre mundial del clima. Rebelde, a contramano, no apareció en la foto oficial del evento junto al resto de dirigentes internacionales, algo nada usual para un debutante en una cumbre multilateral. En ese momento, mientras Nicolás Maduro, Jacinda Arden y Emmanuel Macron posaban para el retrato que inmortaliza este encuentro en el desierto del Sinaí, el presidente de Colombia estaba encerrado en una salita repasando el discurso que iba a servir de presentación ante el mundo como el ecologista convencido que es. “Es hora de la humanidad y no la de los mercados”, enfatizó cuando le llegó la hora.

Como había anunciado el día anterior, presentó un decálogo. Tuvo que hablar más deprisa de lo que acostumbra para que le diera tiempo a decirlo todo. “La COP ya no da respuestas y el tiempo se agotó. Las conferencias globales de gobiernos deben poner la política al mando para generar un plan global de desconexión de los hidrocarburos de manera inmediata. La descarbonización es un cambio real y profundo del sistema económico que domina”, arrancó. A continuación, alertó del peligro que conlleva seguir por este camino: el de la extinción de la humanidad. Y dijo que era el momento de actuar globalmente como seres humanos, “con o sin permiso de los gobiernos”.

Sorprende esa cita viniendo de un presidente. En el avión, camino a Sharm El Sheikh, hizo un comentario parecido, como que este era el momento de pedirle a la gente que se echara a las calles. En ese contexto sonó a broma. Sin embargo, a esas horas debía tener ya escrita esa frase en su borrador. Esta es la versión más antisistema de Petro, que lleva en la política tradicional 30 años, pero que siempre ha construido su discurso desde los márgenes.

Petro insistió en que el mercado no es el mecanismo para superar la crisis climática; de hecho, dice, la acumulación de capital fue lo que la produjo. El llamado a la descarbonización tiene un fuerte mensaje interno. Su ministro de Economía le ha pedido que suavice sus mensajes contra los combustibles fósiles para no estresar a los mercados. El propio José Antonio Ocampo está en contra de las economías puramente extractivistas, pero no cree que sea el momento ni que Colombia esté preparada para lanzarse a un cambio de modelo tan radical. En el otro lado, la ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, que empuja para acelerar ese cambio. En esas tensiones se mueve el Gobierno colombiano.

El discurso escrito a mano del presidente de Colombia, Gustavo petro, de su intervención en la COP27, en Egipto, el 7 de noviembre de 2022.

En su discurso, Petro disparó contra todos, también contra los tecnócratas, en una referencia velada a su antecesor, Iván Duque, que también estaba en la cumbre del clima promocionando uno de sus libros. Escribió cinco como presidente, todo un récord, y ahora tiene uno recién salido de imprenta nada más acabar su mandato —una producción al nivel de J.J. Benítez—. “La movilización de la humanidad corregirá el rumbo y no el acuerdo de tecnócratas influidos por los intereses de las empresas del carbón y el petróleo”, dijo Petro.

Y le llegó el momento de dar un paso adelante para salvar la selva amazónica. Quería sacar de esta cumbre una caja común con otros países como Brasil, Perú, Venezuela o Estados Unidos para proteger la Amazonía. Colombia, anunció, destinará 140 millones de dólares anuales durante los próximos 20 años. Ahora le toca al resto. “La crisis climática”, volvió a insistir, “solo se supera si dejamos de consumir hidrocarburos. Es hora de desvalorizar esa economía con fechas definidas para su final”. Le quiso poner un epitafio a la economía que ha sustentado el mundo en el último medio siglo: “La solución es un mundo sin petróleo y sin carbón”.

El presidente es un gran crítico de la actuación de las organizaciones internacionales y las multilaterales. Esta vez, arremetió contra la OMC y el FMI, que a su entender van en contra de la solución de la crisis climática. Pidió que el fondo inicie el programa de cambio de deuda por inversión en la mitigación de cambio climático. Esa petición no es nueva, ante la Asamblea General de la ONU, en Nueva York, pidió destinar la deuda a la conservación de la selva. No obtuvo respuesta. Además, le exigió a los bancos que dejen de financiar la economía de los hidrocarburos, algo que así dicho sin más solo suena como una idea muy general.

Quiso acabar con una referencia a la invasión rusa en Ucrania, en la que ha mostrado una posición equidistante. “De inmediato hay que iniciar las negociaciones de la paz. La guerra quita el tiempo, vital de la humanidad para evitar su extinción”, finalizó. Fueron siete minutos, 420 segundos, de fuego contra el capital, las cumbres, el crudo, los bancos y los yupis de Wall Street. Hablaba un presidente convencido de que el mundo está en peligro de extinción.

Vea el discurso completo:

El País España.