El Primer Mandatario argumentó que, tras los debates suscitados en el Congreso, de su proyecto ya no queda ningún tema progresista.

El presidente Gustavo Petro le dio el golpe de gracia a la reforma política que su propio Gobierno había presentado al Congreso, al anunciar que en ella ya “no queda ningún tema progresista”.

En su cuenta de Twitter, el Jefe de Estado publicó: “Creo que en la reforma política no queda ningún tema progresista. Sin listas cerradas y cremalleras, es decir que permitan igualdad de curules para hombres y mujeres y sin financiación estatal de las campañas, la reforma no aporta a un avance en la calidad de la política”.

Este anuncio es el preludio del hundimiento del proyecto, que estaba levantando ampolla entre los partidos políticos y la opinión pública por cuenta de varios “micos” e irregularidades detectadas en sus artículos.

Horas antes la bancada del Pacto Histórico en la Cámara de Representantes, la principal coalición de los partidos de Gobierno, le había hecho un llamado al presidente Petro a que archivara la iniciativa y elaborara “una nueva propuesta concertada con los distintos actores políticos”, según su comunicado.

Entre los argumentos del Pacto para dicha petición, está que “durante el trámite de la reforma política se han introducido ‘micos’ que han demostrado la falta de voluntad política por parte de algunas bancadas en el Congreso para modificar las reglas del juego”.

Uno de los “micos” más polémicos es el artículo que les permite a los congresistas asumir cargos de ministros y, si lo desean, poder regresar después al Legislativo sin incurrir en ninguna inhabilidad.

Varias de estas modificaciones contaban con el apoyo de congresistas del propio Pacto Histórico, como Julián Gallo, María José Pizarro y Ariel Ávila, entre otros.

En caso de confirmarse el hundimiento de la reforma política, sería el primer fracaso del gobierno de Petro en el Legislativo, donde se presumía que contaba con amplias mayorías para sacar adelante sus proyectos.

Ahora quedan en el partidor las reformas a la salud, pensiones, justicia y empleo, a las cuales también se les augura un difícil trámite en el Congreso.