Una mezcla entre esclavitud, homofobia, pasión y deporte rodea al magno evento del fútbol global.

Por: Jonathan David Tangarife Quintero. @JonaTangarife

En el balompié, un Mundial es el mayor espectáculo que se puede presenciar. Yo soy el primero en reconocer mi enorme pasión por el fútbol y mi fiebre mundialista cada cuatro años; y más aún en el caso del próximo Mundial de Qatar 2022 que iniciará el 20 de noviembre, teniendo en cuenta que este será, probablemente, el último torneo de estas características para dos de los mejores futbolistas de la historia: Cristiano Ronaldo y Lionel Messi.

Sin embargo, a diferencia de lo que quieren hacer ver los medios tradicionales a nivel mundial y organismos como la FIFA (Fédération Internationale de Football Association en francés), la máxima entidad del fútbol a nivel mundial, Qatar 2022, contrario a experiencias mundialistas anteriores, posee varios puntos excesivamente graves que se deben contemplar.

Todo empezó el 2 de diciembre del 2010, cuando el entonces presidente de la FIFA, Joseph Blatter (quien llegó a ser suspendido por haber estado involucrado en casos de corrupción), anunció que Qatar sería la sede del Mundial del 2022. Desde entonces, se han venido llevando a cabo remodelaciones y adecuaciones en diferentes estadios de este país; estadios en los que no hay trabajadores, sino esclavos.

Según el artículo Qatar, la copa Mundial de la vergüenza publicado por Amnistía Internacional, los ‘trabajadores’ encargados han sido migrantes de Bangladesh, India y Nepal sometidos a explotación. Un ejemplo es lo sucedido en las obras del estadio Jalifa, lugar donde los ‘trabajadores’ han sido objeto de trabajo forzado, se les ha prohibido salir del país y varios han tenido que esperar meses para cobrar sus paupérrimos salarios. Amnistía Internacional cita a Deepak, obrero metalúrgico de las obras de dicho estadio: “Mi vida aquí es como estar en una cárcel. El gerente de la empresa dijo: ‘si quieres quedarte en Qatar, cierra la boca y sigue trabajando’”.

Como si fuese poco, según el periódico británico The Guardian, han muerto aproximadamente 6.500 personas que estuvieron trabajando en los estadios de Qatar entre 2010 y 2022. Cifra absolutamente escalofriante.

Por otro lado, genera preocupación el hecho de que el Mundial se lleve a cabo en un país en el que la homosexualidad es totalmente discriminada y estigmatizada. Para precisar más: las manifestaciones homosexuales en Qatar 2022 están tajantemente prohibidas. Hace unos días, el embajador del Mundial de Qatar, Khalid Salman, calificó la homosexualidad como un “daño mental” y añadió que los visitantes “tendrán que adaptarse a nuestras (sus) reglas”. Y esto sin olvidar que el papel de la mujer en las sociedades de este tipo de países es totalmente minimizado, marginalizado y violentado de diferentes maneras.

“Fue una mala decisión. Y yo soy responsable de ello porque era el presidente en ese momento”, afirmó Blatter el pasado 8 de noviembre, refiriéndose al nombramiento de Qatar como sede del próximo campeonato del mundo. Bastante tarde, diría yo.

Por su parte, recientemente varias hinchadas de equipos alemanes han manifestado su opinión con respecto al tema central de esta columna a través de pancartas. “15.000 muertos por 5.760 minutos de fútbol”, se pudo leer en uno de los letreros de los hinchas del Bayern Múnich. “Boicot Qatar 2022”, fue el mensaje enviado por los hinchas del Borussia Dortmund; cabe destacar que el término ‘boicot’ hace referencia a impedir el desarrollo normal de algo como forma de protesta.

Con respecto a esto, el ministro de Asuntos Exteriores de Qatar tachó de “racista” a Alemania por estas manifestaciones.

En lo personal, pienso que el fútbol es una de las cosas más hermosas de la vida y soy partidario de que, como llegó a decir la leyenda, Diego Maradona, la pelota no se mancha. Sin embargo, tampoco se deben pasar por alto asuntos tan delicados como los expuestos a lo largo de este texto. Depende de cada quien si ve o no el Mundial de Qatar 2022, se entiende que es una lucha entre la pasión y la moral; entre el corazón y la razón. En lo que sí estamos de acuerdo la mayoría de futboleros es en que pensamos que los jeques y grandes emporios económicos de países como Qatar lo único que han hecho es ensuciar más el negocio en torno al fútbol. Dirigentes como los del Paris Saint-Germain que actualmente tienen más poder y dinero que la misma FIFA, solo han logrado empañar la gran pasión alrededor de la pelota.

No olvidemos que la realización de un Mundial le deja enormes ganancias económicas y reconocimiento público al país que sirve como sede: en este caso, más poder, mayor influencia y más dinero del que tienen es lo que quedará para los multimillonarios de Qatar. Gracias, Blatter y compañía.