Le llaman “BlackBerry” y, al igual que muchas cosas que ya nos invadieron, parecía ser nada prometedor, costoso y una moda pasajera. Hoy todos tienen uno.

Por: Eliana Catalina Moreno
Publicado: septiembre 11, 2010


Llamémosla Jen, puede hablarte mientras no te presta atención, sus ojos puestos sobre esa cosita entre sus manos escribiendo algo distinto a lo que pronuncia. Es escalofriante. ¿Cómo no ha terminado por enloquecer?, constantemente me pregunto qué tan factible es que ese “bicho”, como le llamo, se apodere de la gente…Me consterna pensar que ya está sucediendo.

Cuando no está jugando con él le hace mantenimiento o lo presta a alguien más, menos habilidoso que ella, por supuesto, puede escribir, hablar y escuchar al tiempo. Y he de aclararlo: no se confunde, no mezcla palabras y cada nervio parece estar consciente de lo que hace.

Y pensaba que estaba a salvo, digo, era solo una. Pero luego vino una manada, muchos bichitos entre sus manos, ellos silentes, absortos en una especie de magia que se apoderó de sus mentes. Le llaman “BlackBerry” y, al igual que muchas cosas que ya nos invadieron, parecía ser nada prometedor, costoso y una moda pasajera. Hoy todos tienen uno.

En teoría, los medios están hechos para facilitar la comunicación entre seres humanos, y es un propósito bastante altruista que se está destruyendo por aquello mismo que debería ayudarlo. Nos están arrebatando la posibilidad de interactuar y hablar con nuestros iguales. Han creado una nueva especie de cultura, tanto así que cuando me piden mi “pin” realmente no sé de qué están hablando, yo no pertenezco a ellos y cuesta trabajo entenderlos. Ya me aterraban los zombies en pantalla, afortunadamente éstos no comen carne.

No digo que sea del todo malo, la tecnología avanza para apoyar las necesidades del ser humano, ya teníamos la experiencia del chat, luego la del Facebook, ahora todo es Twitter, y en el mundo actual la inmediatez es lo que cuenta. Pero hay extremos, preocupantes e ignorados por ser “difíciles de creer”, veo gente en grupos sentada en el parque, y no hay risas o comentarios. Se sientan en círculos a hablar unos con otros por sus BlackBerrys. Ridículo. ¿No pueden hacerlo desde su casa? ¡Escriben exactamente lo mismo que dirían!, y matan nuestro idioma en el proceso, aunque eso era algo que ya venía en detrimento y nadie pareció prestarle atención.

Pienso que estamos a punto de llegar a un nuevo paso en nuestra evolución, ese en el que ahora podemos conectarnos a internet con un BlackBerry, una conexión que satura la capacidad de nuestra RAM y llena nuestro disco duro. ¿Podrían todos terminar perdidos en su BlackBerry?, es un invento bastante peligroso si no se maneja con cuidado. Se aprovechan además de la publicidad excesiva, la competencia entre empresas de comunicación y la necesidad consumista que nos han metido los países “desarrollados”. Pero bueno, eso ya a todos nos suena como cuento viejo, ¿o no?

Pagar un plan, actualizarse, mantenerse en línea, contestar rápido para no parecer maleducado, mientras la vida les pasa por el lado, inherente. A menos que se sea como Jen, por supuesto, ella aún parece tener alguna conexión con el mundo real. Estamos digitalizados, no hay cómo batallar contra la corriente pero tampoco hay que ser esclavos, el BlackBerry es la modernización de los vicios antiguos, no por ser novedoso y “multimediático”, lo que sigue siendo una falsa promesa, es menos dañino. El uso excesivo es perjudicial para la salud.