
Se agota la paciencia de los hinchas
Por: Wilson Alejandro Sanjuan Esteban
La actualidad del equipo leopardo ha generado dudas entre la hinchada bumanguesa, la cual está cansada de esperar un proyecto deportivo estable y estructurado.
La renuncia de su goleador, el argentino Gonzalo Lencina y la no renovación de Teófilo Gutiérrez, dejan aún más en evidencia la falta de proceso y la crisis dentro del conjunto santandereano.
Hace un par de semestres nos sorprendimos por la clasificación del Atlético Bucaramanga a los tan anhelados 8 dentro del formato de la liga colombiana, un conjunto que había logrado encontrar alguna clase de estabilidad y experiencia liderado por uno de sus principales ídolos: el campeón de Libertadores, Sherman Cárdenas, junto al goleador Dayro Moreno. Para aquel momento, era muy llamativo encontrar en el equipo santandereano un grupo de jugadores difícil, rocoso y frontal que, sin lugar a dudas, logró grandes resultados que llamaron la atención de todos los seguidores de la liga local.
Ese Atlético Bucaramanga generaba respeto y esperanza, esperanza de una fanaticada leal que lleva decenas de años esperando una primera estrella para el conjunto que representa a la Ciudad Bonita; conjunto que, a pesar de nunca ser campeón, es uno de los equipos que constantemente están dentro del torneo, es decir, es uno de los tradicionales del FPC. Este Atlético Bucaramanga llamaba mucho la atención porque aunque quedaron eliminados en los playoffs, mostraron una gran presentación de la mano del estratega Armando Osma, quien sería despedido a finales del Torneo Clausura 2022.
Luego de esto, el conjunto bumangués volvió a su realidad: un equipo mal administrado donde su proyecto deportivo se reduce a despedir técnicos y jugadores realizando limpiezas constantes de plantilla y fichando a granel sin poder generar una identidad deportiva; debido a que no se puede pretender que un conjunto con más de una decena de jugadores nuevos sean campeones a la primera, y mucho menos que un técnico nuevo pueda unir a este mismo equipo teniendo el tiempo contado para trabajar.
En los últimos dos años, el club ha tenido nueve técnicos diferentes (siete de planta y dos interinos, sin contar el caso del “Bolillo” Gómez), estrategas que con suerte han llegado a superar los diez partidos… ¿En realidad se pretende generar un proyecto deportivo de esta manera? Y esto sin hablar de los multitudinarios despidos de jugadores semestre tras semestre. De estos estrategas, Osma fue el que más duró y curiosamente fue el que mejores resultados obtuvo, ya que a pesar de no haber campeonado, logró comenzar un proceso que acabó con una clasificación a finales, dejando una base con identidad deportiva, la cual posteriormente sería fulminada brutalmente por su misma directiva al no solo despedir a su técnico, sino también al rescindir los servicios (indirectamente, al no asumir también las necesidades de estos) de las principales figuras de este proyecto: Cárdenas, Caballero, Moreno, entre otros.
Al inicio de 2023 hubo una nueva limpieza, una nueva cantidad de estrategas nuevos y una cantidad muy llamativa de fichajes de jugadores de rol, donde brillaba el nombre de Teófilo Gutiérrez; fichajes que parecían dar fruto, ya que en las primeras fechas del Apertura 2023 lograron ubicar al conjunto Leopardo dentro de los 8, con el protagonismo de Gonzalo Lencina, un gran jugador argentino procedente de las divisiones inferiores albicelestes.
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Luego de este pequeño nuevo espejismo, finalmente, el conjunto santandereano acabó en el puesto 15 de la liga, con su técnico despedido y perdiendo, además, los únicos dos nuevos referentes de su club: Gutiérrez y Lencina decidieron no renovar y renunciar a su estadía en el club por falta de proyecto deportivo, problemas internos y falta de garantías.
Probablemente la dirigencia bumanguesa no aprenda y continúe despidiendo técnicos, perdiendo jugadores, contratando y despidiendo, como un gran bucle sin fin donde los únicos afectados son los hinchas que llevan acompañando al equipo durante décadas, creyendo en la llegada de los nuevos Frascuelis o Ricardos Josés Rodríguez (jugadores insignia de la década de los ochenta), sin poder hacer demasiado, ya que tampoco tienen la prensa ni el reconocimiento nacional para generar una presión sobre sus dirigentes, los cuales parece que terminan utilizando al club como un experimento constante sin resultados y que apela al sentimentalismo local para la manutención del club.
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