Escrita por: Alejandro Gil Torres @alejandrogilt

Luego de una semana de conocerse la lamentable tragedia ocurrida en El Espinal, Tolima donde una tribuna se derrumbó en una plaza de toros, evento que dejó más de 300 heridos y cinco muertos, y que desde un plano ficticio es similar a alguna escena de la película Destino Final, reflejan la problemática y urgencia por avanzar en un proyecto de Ley que prohíba determinantemente las corridas de toros en Colombia, un asunto demasiado indispensable e inclusivo.

Ya el Representante a la Cámara del Partido Liberal, Juan Carlos Losada junto a el representante por el departamento de Santander, activista ambiental y militante del partido Alianza Verde, Fabián Díaz, también Ángel María Gaitán Pulido, José Daniel López Jiménez e Inti Raúl Asprilla Reyes habían propuesto un proyecto de Ley, el 410 de 2020 donde se señalaba acabar con las corridas, porque contempla los derechos de los animales como seres sintientes que merecen protección especial y el derecho a la vida. Constaba de cinco artículos y también buscaba que las prácticas conocidas como novilladas, becerradas y tientas quedaran prohibidas. Este proyecto literalmente tuvo muchos desniveles para que avanzara por todo el proceso para convertirse en Ley, desafortudamente hicieron falta dos debates para que cumpliera su objetivo. Los creadores de este proyecto afirmaron que presentarán de nuevo la iniciativa al nuevo Congreso que se posesiona el próximo 20 de julio.

Algunas personas consideran que esta clase de “espectáculos” son epicentros de entretenimiento, diversión y esparcimiento familiar. Pero queda claro que en el país la ignorancia desgraciadamente sigue predominando. Es inaceptable, negligente y ridículo lo que ocurrió en esa plaza de toros, la vida tanto de los animales como de los asistentes estaba en peligro desde antes de iniciar el show. Es evidente que el material con el que la tribuna se encontraba construido, era insostenible para la cantidad absurda de gente que asistió. Definitivamente en esta vida, uno debe ser muy ingenuo para no dimensionar el peligro que se corría cuando los asistentes ingresaban a este sitio. Yo me pregunto quién en sus cinco sentidos no contempla la gravedad a lo se expone cuando se va a sentar en una gradería elaborada a base de guadua biche y delgada, porque esas fueron las condiciones con las que se construyó estas tribunas.

Por su parte el alcalde de El Espinal, Juan Carlos Tamayo aseguró en el periódico El Tiempo que las fiestas de San Pedro son un evento tradicional para tod@s sus habitantes y además indicó que desde los 144 años que se celebra, es una tradición que los niños y niñas acompañen a sus familiares a dichas corralejas. En otras palabras, el mandatario se lavó las manos justificando que estas fechas son importantes para su municipio y que jamás había ocurrido algo de tan gran magnitud. De hecho, afirmó que
“A la corraleja se le hicieron las pruebas de resistencia por parte de funcionarios de la alcaldía. Nadie prevé una tragedia así” Por supuesto que sí se puede prever, es increíble la incompetencia de este mandatario al asegurar estas versiones y más cuando se ha permitido por más de un siglo que maltraten a animales que lo único que deben hacer es vivir en paz en su hábitat.
Como lo mencioné al inicio, es indispensable que algún proyecto de Ley se apruebe con celeridad para que en el país se acabe por fin esta clase de “espectáculos” que, en vez de dejar alegría, generan repudio y muerte. En esta ocasión sí hay que coger el toro por los cachos, para defender la vida de los ellos y todos los animales que no merecen seguir siendo maltratados. Ya es hora que la justicia sea más inclusiva y la doble moral de algun@s no se siga reluciendo.