Fue, en sus propias palabras, una top star del arte en los años 50 en Nueva York, pero cuando regresó a Tokio se encontró con unos problemas de salud mental a los que hace batalla, todavía hoy, desde un centro psiquiátrico en el que ingresó por voluntad propia.

Pintaba los mismos patrones de manera reiterada, porque era lo único que veía en toda partes. Tanto que, incluso, un día comenzaron a invadir sus manos y sus brazos y sintió que corrían escalando por todo su cuerpo. Este fue el culmen de las alucinaciones, los ataques de pánico y el trastorno obsesivo constante que sufre Yayoi Kusama (Matsumoto, 1929), un agobiante episodio que le llevó a recluirse, de manera voluntaria, en un centro psiquiátrico de Japón en 1977. Aunque es una de las artistas contemporáneas más conocidas del momento, desde esta fecha y hasta día de hoy, a sus 93 años, vive encerrada en el distrito de distrito de Shinjuku, en un hospital de salud mental de Sewia, haciendo del arte su terapia.

Porque Yayoi no fue de las personas que lo tuvieron todo fácil. Sus visitas al psiquiatra son constantes desde que era pequeña. Nació en el seno de una familia desestructurada, abusiva y problemática que reprimía su amor por el arte. Aunque en los años 50 se mudó a Nueva York y, como ella misma ha dicho en varias ocasiones, fue allí donde se convirtió en una top star del movimiento artístico, durante su estancia en la Gran Manzana su economía no reflejaba su fama. También durante esa época falleció su pareja, Joseph Cornell, lo que le empujó a regresar de nuevo a Japón, aún a pesar de gozar de haberse hecho un hueco -hastiada de batallar contra estereotipos y discriminaciones de género- en la escena neoyorquina del momento.

Al volver a su país natal, ya adentrada en los años 70, se encontró la realidad que había fuera de la nube americana: superar el desconsuelo. Camufló sus trastornos mentales en performances y pinturas a modo de catarsis, extendió su creatividad hasta alcanzar la poesía y la novela. Pero nada conseguía hacerle sentir bien, por lo que en una acto de noble coraje y valentía, hizo lo que todos los artistas siempre habían rechazado o no habían querido ver: batallar contra su locura.

Desaparecer de la escena cultural del momento podía ser su hecatombe final, pero desde el hospital de Sewia Yayoi nunca dejó de crear y sus obras, que son el fiel reflejo de sus trastornos mentales, salieron de las paredes del centro y resurgieron de nuevo en los años 90 volviendo a darle el nombre que ya antaño tenía. Los lunares y las flores que ella misma confesó sentir que le hablaban en cada esquina a la que miraba se convirtieron en su mayor fortaleza comercial y, su sello no solo dio la vuelta al mundo, sino que se encuentra incluso estacionado en algunos parajes de la geografía terráquea, con esculturas realizadas por ella. Incluso, sus dos residencias, Tokio y Nueva York, cuentan con museos a su nombre. Y las subastas baten récords con sus obras.

La vida de Yayoi es de las que se quedan grabadas en el recuerdo, pero la imagen que ella misma proyecta también. Peluca de pelo bob color rojo carmín y con flequillo corto recto, labios pintados a juego y un armario dinámico y colorido con el que juega con diferentes combos cromáticos de estampados de polka dots. Ella es hipnotizante. No es de extrañar pues, que su relación con el mundo de la moda también sea digno de mención. De hecho, la maison francesa de Louis Vuitton ha sido -y todavía es- una de las amigas más fieles de la artista. En 2012 fue Marc Jacobs el primero en homenajear su estética con sus diseños para la marca y de convertirlos en mainstream (desde productos hasta exhibiciones o instalaciones en escaparates) y, ahora, es Nicolas Ghesquière el que continúa su legado lanzando su segunda colaboración con la artista, Louis Vuitton x Kusama, diez años después de aquel primer acercamiento de Jacobs con la japonesa.

En la presentación del desfile crucero 2023 de Louis Vuitton, en el Instituto Salk de San Diego, pudimos ver algunas pistas de este cruce de sinergias, pero será en enero del próximo enero cuando se desvelará la colección completa y se venderá en tiendas. Un lanzamiento que afianza todavía más el éxito de la artista y su trascendencia internacional y que, también, promete volver a convertirse en uno de los temas más recurridos de las conversaciones de moda.

De hecho, si hubiera alguna duda que pusiera en tela de juicio esta unión, también la nueva exposición que la compañía acaba de presentar en París confirma este último cercamiento. Se trata de LV Dream, una retrospectiva gratuita que abrirá sus puertas al público el 12 de diciembre para presentar algunas de las colaboraciones más icónicas que la firma ha realizado con diferentes artistas, entre los que se encuentra Kusama.

Si dejo de pintar empiezo a sentir tendencias suicidas“, confesó la artista. Por el momento su terapia continúa al frente. Y, la verdad, esperamos que así continúe siendo.