Hoy, versus hace un año, ¿con qué contábamos, que ahora no? ¿Qué nos hacía falta, que ya tenemos?

Por: Lorena Arana

La nostalgia de hoy ayer era solo rutina; “paisaje”, dirían. Y esta no se negocia, es inevitable. Nos espera, paciente. Ya nos ha atrapado antes y aquí seguimos. Quizá, en la actualidad, estemos en ella o siempre volvamos, como círculo vicioso; porque, precisamente, tenemos viciado el pensamiento a ello; pero somos fuertes. Estamos sentenciados a sufrir, a rompernos y a volver porque la vida es un camino en el que ganamos y perdemos en un equilibrio que, a veces, no encontramos, ni entendemos; o, quizá, sí, cuando ya es tarde y nos abruma la culpa, por ejemplo.

Visitar a la abuela, la infancia, la fuerza, el bendito cuerpo joven que alguna vez tuvimos o tenemos…

Hoy, ese es el verdadero tesoro: lo inmediato. La existencia le apuesta al presente todos los días, ¿y nosotros? ¿Cuándo vamos a entender que no hay chance de repetir? La vida nos ofrece menos que el supermercado: un solo producto, pero el más grande y el más poderoso, que es “ser”.

El planeta tiene cuatro mil millones de años y esta es la única oportunidad que tendremos de ser nosotros, la propia encarnación, un nombre y apellido para experimentar la felicidad cuando veamos al menos un atisbo de tal. Ese es el fin máximo.

De manera que desear ser alguien más sería la antítesis. Enfocarnos en lo que nos falta, lo mínimo. Y ahí estamos, muchas veces, haciendo lo mínimo con lo máximo. Tristes, pero con salud; lamentándonos, mientras vivimos, desperdiciando el tiempo que aún tenemos; envidiando, mientras respiramos. Y todavía creemos que somos buenos negociantes, cuando la vida nos fue dada gratis, con cinco simples instrucciones: Confiar, relajarnos, disfrutar, ayudar y ser felices; porque somos felices ayudando.

En estos primeros días del año, preguntémonos cómo nos sentimos plenos. No qué o quién “nos hace sentir…”. Eso no existe. ¿Qué amamos? ¿Y qué significa? ¿Qué lugar tiene en nuestro día a día?

¿Es el motor? ¿La materia prima del alma? O, quizá, ¿miedo? ¿Un sueño frustrado? ¿Rabia? ¿Tristeza? ¿Nostalgia? ¿Solo nostalgia…?

Mucho cuidado.

Protejamos a nuestro yo feliz siempre, contra todo.

Feliz 2023.