La exorbitante cantidad de jugadores reconocidos dentro de la plantilla del Junior de Barranquilla, y la pobre campaña que lo tiene reposando al fondo de la liga colombiana.

Por: Wilson Alejandro Sanjuan Esteban.

El gigante de la Costa Caribe no logra levantar cabeza a pesar de tener una de las plantillas más costosas y reconocidas dentro del país.

La llegada al Junior de Barranquilla del experimentado medio antioqueño, el campeón de Libertadores con River Plate y el mundialista, Juan Fernando Quintero, paralizó la liga colombiana durante un gran tiempo del mercado de fichajes pasado, puesto que hacerse con los servicios de un jugador de categoría mundial resultaba casi un pensamiento utópico para las capacidades de los equipos del torneo local. El fichaje del paisa ocurriría luego de unas negociaciones accidentadas, donde por momentos parecía que no, y luego que sí, y donde la incertidumbre y el show mediático serían los principales protagonistas.

Con el pasar de las semanas, semanas llenas de rumores y de dudas, el exPorto recalaría finalmente en las filas del conjunto rojiblanco, luego de rechazar ofertas de clubes de gran renombre en el continente, como el Flamengo, Internacional de Porto Alegre e incluso una potencial renovación con River (información que resulta ser un secreto a voces que se fue dilapidando por la situación económica del país albiceleste), dando así un golpe sobre la mesa en el mercado colombiano.

Al estelar fichaje del mediocentro antioqueño, se sumaron las incorporaciones de jugadores de renombre de la esfera nacional, como lo son el exNacional y Medellín que vuelve a Barranquilla, Vladimir Hernández, el bastión de Santa Fe en los cuadrangulares semifinales anteriores y exreferente del Deportes Tolima, Andrey Estupiñán, uno de los centrales revelaciones del fútbol profesional colombiano (FPC), Iván Scarpetta, el líder del mediocampo “escarlata”, Carlos Sierra,  además de dos de los referentes del actual campeón de Colombia, el Pereira, llevándose de allí a la dupla de Brayan León Muñiz y Leider Berrío (dos de los jugadores más apetecidos en el mercado anterior), y esto sin nombrar otros fichajes de rol, como Jhon Vélez, Amaury Torralvo o Harley Mena.

Luego de este gran mercado de fichajes, el conjunto barranquillero lograba juntar a una gran cantidad de figuras nacionales, donde estos nuevos jugadores se harían compañeros de grandes nombres como lo son los de Sebastián Viera, Carlos Bacca o “Cariaco” González, generando así una ola de ilusión en la Costa Caribe colombiana, desde donde se posicionaba al Junior como uno de los más fuertes candidatos al título por otro año más, llegando a reforzar así su apodo del “PSG colombiano” , por la gran cantidad de jugadores de renombre y por la solvencia económica del club en sí mismo.

Hoy por hoy, parece mentira que este súper equipo se encuentre de colero en la liga colombiana, eliminado de Copa Sudamericana por un conjunto con muchas menos figuras y en mal momento, como el Tolima, con un técnico despedido en estas primeras fechas y con tan solo 1 victoria en 7 partidos, y 6 puntos de 21 disputados: un total fracaso para el conjunto rojiblanco, que, a casi mitad de semestre, parece no levantar cabeza y estar más interesado en a quién comprar para mejorar, que en buscar el error de raíz para sus problemas.

Este error es simple, mientras se pretenda únicamente comprar y comprar sin sentido jugadores, se seguirá fracasando año tras año, pues parece que entre más jugadores famosos traigan, peor será el rendimiento, y cada temporada se resume en fracasos más llamativos que los anteriores para la categoría de jugadores que posee la plantilla. ¿Por qué ocurre esto? Simple, no hay un plan deportivo estable, todo se reduce a comprar, y estos jugadores no creen en el proyecto, solo unos pocos intentan comprometerse con ello, puesto que los demás ven al Junior únicamente como un banco con mucho dinero que está dispuesto a pagar sin importar y sin exigir demasiado.

El Junior está dentro de los seis grandes del FPC y merece jugadores que se comprometan y se comporten a la altura, y directivos que le cumplan a una hinchada que, por primera vez en muchos años, cumple con el número de abonados y de hinchas dentro de su estadio, estadio que observa cada vez más cómo ese Junior de tesón, de jugadores como “El príncipe” Giovanni Hernández, Carlos “El pibe” Valderrama o “El guajiro” Luís Díaz, se va diluyendo en la retina del hincha barranquillero, quien es testigo de cómo se hunde un equipo lleno de oro en el mar profundo de la tabla de la Liga BetPlay.