3-septiembre-2020.

¿Cómo sería vivir en un bosque? ¿Cómo sería levantarse entre cantos de pájaros, respirando aire puro y viendo tonalidades de verde por la ventana?. Para el 80% de los colombianos que vivimos en zonas urbanas, la única forma de saberlo sería volcarnos a las zonas rurales. No suena muy viable, pero si la ciudad no puede ir al bosque, tal vez sí podamos hacer que el bosque venga a la ciudad.

El problema: mal repartidos

Fuente: Elaboración propia con datos de Worldmeters de 2020

Los humanos en el planeta ya sumamos 7.807M. Aunque en sí mismo esto no es un problema, sí lo es que estemos tan mal repartidos. Efectivamente, salvo India, Pakistán y Bangladesh, que siguen siendo fundamentalmente rurales, en los países más poblados del mundo la mayoría de la gente vive en ciudades. Japón y Argentina serían los más extremos con 93% de su población urbana.


Fuente: Elaboración propia con datos de Worldmeters de 2020

De estos países, los que cuentan con un vasto territorio como Rusia, Brasil o Estados Unidos tienen la opción de reubicar parte de su población en zonas rurales. Pero en países como Bangladesh con más de 164M de habitantes apretados en un pedacito de tierra, literalmente “no hay cama pa’ tanta gente”. Ese es también el caso de populosas ciudades-estado como Singapur o Hong Kong.

La solución: Arcologías

Tener a tanta gente junta en un espacio reducido plantea varios problemas, como un detrimento en la calidad de vida y mayor presión sobre los recursos disponibles como agua, aire, alimentos, energía o medios de transporte. Además, la forma como históricamente hemos tratado de proveer esos recursos ha sido a través del saqueo sistemático de recursos no renovables, lo cual nos tiene en el lío ambiental del cual la pandemia es sólo una de sus consecuencias.

Pero si algo hemos aprendido del estilo de vida espacial que discutimos en una columna anterior, es que para reducir nuestro desproporcionado impacto ambiental podemos apuntar a dos estrategias. La primera es consumir el producto local, para reducir la necesidad de traerlos en vehículos que contaminan y generan trancones, como los camiones o los aviones. La segunda estrategia es volverse lo más autosuficiente posible, generando nuestra propia energía, reciclando el agua y el aire, y cultivando nuestros propios alimentos.

Estas ideas llevaron al concepto de “Arcología”, una combinación de “Arquitectura” con “Ecología”, acuñado por el arquitecto italiano Paolo Soleri en 1969. Propone los principios para construir hábitats densamente poblados con un mínimo impacto ambiental, que cuenten con instalaciones como escuelas, fábricas, centros comerciales y hospitales para que sus habitantes no tengan que salir del edificio. También incluyen bosques que ayuden a reciclar el aire, a producir parte de los alimentos y a proveer espacio de esparcimiento para los habitantes.

NOAH, New Orleans. Fuente: TANGRAM 3DS.

Varios proyectos de Arcología se han intentado sin llegar a concretarse. Incluso el propio Soleri empezó uno llamado Arcosanti. Y en países con gran población urbana y donde el precio del metro cuadrado está por las nubes como Japón, cada cierto tiempo se proponen proyectos como estos. Entre ellos está Sky City 1000, de 1km de alto y capaz de albergar a 36.000 residentes; la Shimizu TRY 2004 Mega-City Pyramid, de 2km de altura y alojando un millón de habitantes; o la X-Seed 400 con igual población pero el doble de alto (4km).

Una solución intermedia

Al parecer ni siquiera los japoneses están tan desesperados como para acometer esos proyectos titánicos. Pero mientras se inventan nuevas tecnologías y materiales más fuertes y livianos que reduzcan los costos, otros arquitectos están aplicando los ideales de la arcología a proyectos existentes. Uno de ellos es el Bosco Verticale, construido en 2014 por el arquitecto italiano Stefano Boeri, que consta de dos torres residenciales de 80 y 112 metros cubiertas por 800 árboles y arbustos.

Stefano Boeri y las torres de Bosco Verticale. Fuente: Stefano Boeri Architet

En la práctica, esto significa que han ubicado 30000 metros cuadrados de bosque en la décima parte del espacio, integrando íntimamente las especies vegetales al funcionamiento mismo de los edificios. Por ejemplo, el diseño cuenta con que los árboles mantienen fresco al edificio filtrando los rayos solares, ahorrando la energía que se iría en aires acondicionados. También la vegetación regula la humedad que es reciclada por un sistema automatizado de recuperación de agua, la que se usa para volver a irrigar los árboles. Adicionalmente, la capa verde filtra partículas en el aire, atrapa CO2 y produce oxígeno. Finalmente, las torres se han convertido en hogar de sus residentes humanos (que me tienen verde de la envidia) así como de 1600 aves y mariposas que desde allí han empezado a recolonizar la ciudad de Milán.    https://www.youtube.com/embed/TLRka-FL8Po?feature=oembedCortesía: Canal Stefano Boeri Architetti

El éxito de esta iniciativa ya ha inspirado proyectos similares en otras partes del mundo, mereciendo mención especial la Ciudad Bosque en Shijiazhuang, trístemente famosa por ser la más contaminada de China. De concretarse, este ecosistema urbano mejoraría drásticamente la calidad de vida de sus 100.000 habitantes mientras ayuda a limpiar el aire de toda la ciudad. Ojalá más complejos urbanos acojan estas innovaciones para no tener que escoger entre quedarnos en la ciudad o irnos al campo.