23-diciembre-2019.

Por: Sebastián París.

Latinoamérica ha sucumbido al caos, unos ingenuos responsabilizan a la brillante película del “Joker” protagonizada por Joaquín Phoenix como impulsora de la anarquía, mientras que otros más cristianos asumen que la oscuridad los ha alcanzado; que el “Buziraco” el demonio encerrado en las tres cruces finalmente ha despertado. Pero no, quienes han despertado son los ciudadanos de todo el mundo.

Sin embargo, nosotros los colombianos seguimos atrás, viéndoles la espalda a los abusadores, a los corruptos, a los opresores, a los narcos, porque seguimos sometidos por nuestra propia ignorancia reeligiendo candidatos que están siendo investigados por corrupción, que implementaron propuestas de construcción pagadas por la ciudadanía, que terminaría por embargar familias enteras o compartiendo memes del presidente mientras designa presupuesto de la educación para pagar demandas estatales.

Una tragedia, en serio.

Y el problema en realidad es normalizar esta cultura despreciable del avispado, del adelantado y de la mentira. Es decir, en nuestro país pocos son los valientes que se ponen la diez para después ser asesinados. Otros recogen la camiseta y la luchan porque consideran que nuestros derechos están siendo vulnerados; y léalo bien porque se lo voy a subrayar: luchan por los derechos que no son solo suyos, sino tuyos y míos también.

¿Y dónde estábamos vos y yo?

Y ese es el verdadero problema. La falta de compromiso. La ausencia de todo sentido de pertenencia. Esa es la razón por la muy pocos se dejan la camiseta puesta, mientras el resto de la sociedad se la quita, y enciende el televisor para ver la repetición de esa novela que ya debería estar sepultada.

La lucha no es sólo de algunos. No es una cuestión de publicar contenidos apoyando y admirando las manifestaciones de nuestros países vecinos, para después estar emputado porque los movimientos democráticos (sí, porque las marchas y las protestas son acciones democráticas) están deteniendo el transito; porque su exigencia a la conciencia, lucidez, y transparencia está impidiendo que llegue a su destino.

No, no se puede ser tan hipócrita y desagradecido.

Para empezar, no deberíamos estar en medio del tráfico con el móvil en la mano, tratando de responsabilizar a los vándalos, deberíamos estar en las marchas, en medio de las protestas, untándonos de pueblo, pensando en el futuro, siendo jodidamente solidarios con el pueblo.

Sin embargo, a muchos nos queda grande la camiseta. Ese número diez en la espalda nos pesa. El compromiso por la patria nos asfixia.

Es mucha responsabilidad para nosotros, seres humanos promedios que continúa diariamente una rutina. No vivimos, sobrevivimos en este país. Como si la culpa de ese aburrido destino fuera nuestro. No tenemos tiempo para exigirle a quienes deberían tenernos en condiciones dignas de vida, que se responsabilicen de sus malas decisiones ¿verdad?