Lo pronunció el 28 de agosto de 1963 tras una marcha multitudinaria y pacífica que concentró a 250.000 personas en la capital estadounidense.

El 28 de agosto de 1963, Martin Luther King, tras una marcha multitudinaria y pacífica en la que se congregaron unas 250.000 personas en la capital de los Estados Unidos, pronunció su famosos discurso I have a dream (“Tengo un sueño”) frente a la escalinata del monumento a Abraham Lincoln. En él expresaba sus anhelos por conseguir la igualdad de derechos en los Estados Unidos y el deseo de acabar con la discriminación basada en el color de la piel.

“América ha dado al pueblo negro un cheque que ha sido de vuelto con la marca ‘sin fondos’”, lamentaba Luther King en su disertación. “Pero nos negamos a creer que el banco de la justicia está en bancarrota. Nos negamos a creer que no hay fondos suficientes en la grandes arcas bancarias de las oportunidades de esta nación”, añadía con esperanza y con la vista puesta en el futuro. Especialmente conocidas son sus referencias a Georgia, donde “los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los ex propietarios de esclavos serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la hermandad”, y a Mississippi, que se había convertido en uno de los lugares más conflictivos y en el que más ataques se habían producido contra la población negra.

Martin Luther King Jr. tomó como base el discurso pronunciado por Lincoln en Gettysburg, pronunciado el 19 de noviembre de 1863 en el escenario de la que fue una de las batallas más cruentas de la Guerra de Secesión. Lo había redactado con su abogado y escritor de discursos Clarence Jones pero al final sus palabras no coincidieron con lo que habían escrito. Según confesó en una entrevista publicada por la agencia Reuters en 2013, el Dr. King ya había hablado en otras ocasiones sobre “tener un sueño para sus hijos y para Estados Unidos”, pero la frase parecía no calar en su audiencia y la idea fue descartada para el discurso de ese día.

Los primeros siete párrafos del discurso coincidieron con lo que había escrito Clarence Jones pero, en ese momento y según cuenta el propio escritor de discursos, escuchó la voz de la cantante Mahalia Jackson gritando “¡Cuéntales lo del sueño, Martin!”. A partir de entonces, el líder baptista dejó a un lado sus papeles y comenzó a encadenar frases completamente improvisadas y que tenían en común la expresión “Tengo un sueño…” como punto de partida. Con ellas consiguió no solo otorgar un ritmo lleno de crescendos y con una entonación que encandila y convence, sino que miró a los ojos a las más de 250.000 personas que allí estaban reunidas y les habló de forma sincera, expresando sus esperanzas más profundas y regalando a la historia un discurso mítico tanto por su forma como por su fuerza.

Entre todos los fragmentos del discurso pronunciado, que le llevó alrededor de 15 minutos, estas frases son especialmente recordadas en el ideario común: “Yo tengo el sueño de que un día en las coloradas colinas de Georgia los hijos de los ex esclavos y los hijos de los ex propietarios de esclavos serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la hermandad. Yo tengo el sueño de que un día incluso el estado de Mississippi, un estado desierto, sofocado por el calor de la injusticia y la opresión, será transformado en un oasis de libertad y justicia”.

Ese día, en Washington, Martin Luther King pronunció un discurso que ha servido durante décadas como ejemplo e inspiración de aquellos que buscan una reconciliación y convivencia pacífica.