Puede haber un hombre muy masculino, pelos en el pecho y con una barba de gladiador, pero cuando llega a su casa su ceño fruncido se va y esos ojos le brillan cuál pozo brillante de agua en medio de la nada. Ve a su gato y se derrite a sus pies.

Por: Editorial El Clavo.

No existe manual para adiestrar a un gato. Su independencia sigue asombrando, incluso, a los más grandes científicos. No se dejan morir si no hay comida o agua, y no necesitan estar buscando amor. Ellos mismos se lo dan. Así que no, no hay un manual para enseñarles a jugar a esos ronroneones dioses.

Cada gato es distinto, incluso si son mamá gata e hijo gatito, o si son hermanitos gatitos, todos son distintos. Cada peludo o peluda tienen su propia personalidad, y ésta se va formando a medida que van creciendo. Así como hay unos muy juguetones, hay otros melosos y que quieren estar encima de su plebeyo humano a toda hora.

En las redes sociales sobran los vídeos y los blogs que “enseñan” a adiestrar a un gato. Que les enseñan a traer la pelota o que hacen que los gatitos toquen una campana cuando tienen hambre… pero no, ellos no son de adiestrar. El método que se usa con uno, no funciona con el otro. Cada uno tiene un mundo distinto en su mente, y se puede decir que son igual de extraños a los aliens. Quizás por eso se dice que lo son.

Al final, hacemos lo que ellos digan

Puede haber un hombre muy masculino, pelos en el pecho y con una barba de gladiador, pero cuando llega a su casa su ceño fruncido se va y esos ojos le brillan cuál pozo brillante de agua en medio de la nada. Ve a su gato y se derrite a sus pies.

Los gatos tienen ese algo que atrae a las personas. Quizás es porque son como las ex por las que viven enamorados o enamoradas, son indiferentes y eso los y las vuelve locas.

A un gato no se le puede estar acariciando todo el día, no porque no se pueda, sino porque se estresan y se van. Si necesitan amor, van por su porción de amor racionada, y cuando obtienen lo que quieren de su plebeyo humano, se van y lo dejan con ganas de más. Así son los michis.

Intentas que no dañen nada, pero es imposible

No se puede regañar a un michi así porque sí. Los gatos entienden tus palabras cuando les dices que no rasguñen los muebles o las cortinas, pero no les importa, igual lo hacen. Si no les gusta, lo dañan para que lo reemplaces. Así te mantienen controlado y así se sienten superiores. Así son superiores.

Y es que, a pesar del cariño que les brindas, a ellos no les importa, o bueno sí, pero muy en el fondo. Te ven como su criado o su criada. Les debes hacer caso, porque si no, se molestan y no te buscan. Así son los gatos, así son los michis.