No hay nada mejor que el amor, hasta que se llega el momento de reconocerse uno mismo como un gran privilegio, orgullo y ser. Nada mejor que el amor, si uno siempre se pone de primero… fácil no es, pero imposible tampoco.

Por: Editorial El Clavo.

El amor es muy lindo. Incluso las personas más rudas, con alguien correcto a su lado, se pierden desesperadamente ante una pareja “ideal” … hasta que todo empieza a derrumbarse, todo empieza a ser peleas o discusiones. ¿Por qué suele ser esto?

El ser humano es instintivo. Nos mueve, al final, el deseo de saciar nuestras necesidades más básicas. Entre esas, hablando y retomando miles de millones de años antes, al creernos superiores a otros seres, incluso a nosotros mismos.

Cuando una persona siente que tiene poder, o un poco de superioridad ante otra, hace lo posible porque siga siendo así. ¿Está bien o está mal? Bueno, es un dilema moral y ético. Hoy en día con el tema de la responsabilidad afectiva (no sólo de parejas), se puede decir que está moralmente incorrecto… pero al fin y al cabo es instinto, no una creación social.

En el colegio lo veíamos cuando el mayor siempre molestaba al pequeño. EN las películas se mantiene este imaginario donde en los recreos se le quitaba la lonchera al más débil… justo por eso. Siempre hay una necesidad, aunque muy reacia hoy en día, a ser superiores.

Esto también tiene mucho qué ver con el inconformismo con el que se mueve el ser humano. Cuando alguien empieza a ganar algo de poder, ya sea político, económico, o en una relación, siempre se va a querer más, hasta el punto de hacer cosas ya muy malas por conseguirlo… de ahí el dicho “lo consigo cuésteme lo que me cueste”.

Y en el amor… no es tan diferente:

Cuando se ama de verdad, la pareja se respeta y se ama hasta el fin de los tiempos… mentiras. Siempre se van a encontrar, en el camino que lleven, momentos en los que ambos van a querer superioridad. ES INSTINTO.

Algo tan banal como disgustarse por mandar al novio a lavar los platos y que éste no lo haga. Como mandar a la novia por algo a la tienda y que te ignore. La superioridad, ahí, se ve damnificada… entran las discusiones y, con ellas, los maltratos psicológicos. ¿Sigue siendo instinto? No.

Hay que saber que muchas personas aprender a conocer a sus parejas y entienden cuando están pasando por este dilema instintivo, y logran arreglar las cosas sin pasar a mayores problemas, porque se conocen internamente cada uno y el autoconocimiento es tan alto que saben por qué vale la pena pelear de verdad y por qué no. Ahí es cuando, si se ve que ya la otra persona está haciendo un berrinche porque sí, se termina la relación… porque quien decidió terminarla sabe que no merece eso.

El problema ocurre cuando no nos autoconocemos y entramos a disgustarnos por cualquier situación y empiezan los problemas rutinarios. Ahí es cuando el instinto se enriquece y empieza a succionar la felicidad de la otra persona, haciéndola sentir inferior, y yo, por mi lado, sintiéndome más y más superior… y obviamente si ya me siento con mucho poder no voy a permitir que se acabe la relación, porque ya tengo poder suficiente para mantener mi ego alto.

Conocer y autoconocerse.