Esta semana, varios países de europeos están experimentando olas de calor inusuales. Según las previsiones, estas se intensificarán durante el fin de semana. España, Italia, Francia, Reino Unido o también Bélgica se enfrentan a elevadas temperaturas, de alrededor o por encima de los 40°C en pleno mes de junio, algo inusual que pronto dejará de serlo si el planeta sigue calentándose a este ritmo.

En Francia, los expertos han señalado un récord para la temporada primaveral. Nunca, desde que se registren datos, una ola de calor había llegado tan temprano en un mes de junio. En Paris, las temperaturas se acercan a los 40°C, algo que normalmente no se ve antes del mes de julio a agosto.

En España, de acuerdo con la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), las temperaturas alcanzarán entre 40 y 42 grados centígrados en la capital, Madrid, y en Zaragoza, en el centro y el noreste de España respectivamente. Serían niveles que no se veían tan temprano en el año desde 1981.

“Eviten exponerse demasiado al sol, hidrátense y cuiden a los más vulnerables para que no sufran un golpe de calor”, fue el consejo del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez.

La ola de calor en España se acompaña de la presencia de incendios en varias comunidades del país, como Cataluña, Navarra o Castilla y León, así como en la ciudad de Málaga, en el sur. Estos incendios, que ya han quemado miles de hectáreas de pinares, son aún más difíciles de estabilizar a causa de las altas temperaturas y de los vientos. En Cataluña, el Gobierno ha calificado la situación de “máxima gravedad” y prevé “un verano muy complicado”.

Por su parte, también en el Mediterráneo, en Italia, el norte del país está sufriendo de fuertes sequías, causando graves afectaciones a la agricultura. Estas regiones corren el riesgo de perder hasta la mitad de su producción agrícola. Los lagos y los ríos también están empezando a bajar su caudal peligrosamente, con el río más largo del país, el Po, sufriendo la peor sequía de los últimos 70 años, con muchos tramos completamente secos.

A escala global, la responsabilidad humana

El calentamiento del planeta es un fenómeno natural. De hecho, siempre han existido olas de calor. Sin embargo, son la frecuencia con la cual aparecen y la rapidez con la cual el planeta se calienta las que han cambiado drásticamente. Ahí está la consecuencia humana.

“Es muy probable que la influencia humana sea el principal factor que contribuya al aumento observado de la intensidad y la frecuencia de los extremos calientes y a la disminución observada de la intensidad y la frecuencia de las heladas a escala mundial”, explica Christophe Cassou, climatólogo y director de investigación en el Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) de Francia.

Nuestras sociedades queman enormes cantidades de combustibles fósiles que liberan gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono. Estos se almacenan en la atmosfera, impidiendo que las radiaciones solares, que llevan calor, puedan evacuarse del planeta.

“La longitud de onda de la radiación del sol que llega a la tierra y va saliendo de vuelta al espacio es la que estos gases, cuando están en la atmosfera, atrapan, y estas radiaciones la sentimos nosotros como calor”, explica Ximena Loría, ambientalista y directora de Diplomacia Climática, preguntada por France 24.

Los gases de efecto invernadero son, efectivamente, la causa de la retención de más calor en la atmósfera y de las subidas de las temperaturas, lo que conocemos como calentamiento global.

Una previa del futuro si no se limita el calentamiento

Según la Organización Meteorológica en Ginebra, “lo que estamos presenciando hoy es, por desgracia, un anticipo del futuro” si las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera siguen aumentando y empujan el calentamiento global hacia los 2°C.

La subida de las temperaturas está calculada en comparación con el periodo anterior a la era industrial. En la COP26, que tuvo lugar en Glasgow, Escocia, en 2021, los países acordaron que es primordial limitar el aumento de la temperatura mundial a máximo 1,5°C en relación con los niveles preindustriales. Actualmente, que vivimos un calentamiento de 1,1°C y ya experimentamos eventos climáticos extremos, sólo falta imaginar las consecuencias de un calentamiento de 2°C o 2,5°C. Las consecuencias serías catastróficas, según los científicos.

Los expertos advierten: hay que actuar ahora y bajar las emisiones de gases de efecto invernadero. “Vivimos en la vanguardia de nuestro futuro climático. Para que lo excepcional no se convierta en la norma, hay que reducir nuestras emisiones de gas de efecto invernadero de forma inmediata, y seguida en el tiempo y en todos los sectores. No en tres años, ahora”, explica Christophe Cassou.

Con cambios sistémicos, todavía es posible mantener el calentamiento global a 1,5°C máximo, pero como explica Ximena Loría, estas medidas no están siendo tomadas a tiempo.

“Se sabe que es posible realizar estas transiciones. Ya sabemos que para el 2030, necesitamos una disminución del 45% de las emisiones para ser carbono-neutrales en el 2050. Sabemos cuál es la ruta a tomar, pero muchos países no la están tomando con la aceleración necesaria por los intereses que tienen en relación a estas actividades industriales”, dice la experta.
Según Loría, ningún órgano legal tiene la capacidad de forzar los países a cumplir con sus compromisos, pero la sociedad civil tiene un gran papel en hacer presión sobre los gobiernos.