El país está transpirando odio, desesperanza y cansancio. Más de lo mismo día a día. Calles sin arreglar, alumbrado deficiente, inseguridad disparada como cañón y salud precaria. No hablemos de la economía, que me pongo a llorar desde antes de acabar este primer párrafo. ¿Usted está mamado? Yo también. ¿Mañana (13 de marzo) todo cambiará? la respuesta la veremos con la asistencia a las urnas, y rogando a que los votos sean muchos, y la verdad prime.

Estoy a punto de prender velitas a muchos santos para que mañana gane la verdad, gane el corazón. Gane, ante todo, la justicia electoral.

Partidos tradicionales que tanto daño le han hecho al país con sus escándalos de corrupción billonarios, se disputan las riendas de nuestra amada patria con personas que, aunque no tienen el bagaje total para ser políticos de nuestro “Macondo”, quieren intentar haciendo las cosas bien en este país. No les miento, siempre ha habido personas pulcras, serenas, con buenas ideas y con ‘perrenque’ a la hora de querer postularse. Personas con hojas de vida intachables y con la lealtad a su patria ante todo, pero a un colombiano promedio, esos de estrato 1, 2 y 3, que son los que abundan en nuestro país, le sirve más un mercado y $50.000 pesos en el bolsillo, que propuestas de cambio.

La razón de esto viene de la educación. Antaño no se preocupaban las personas por votar. Si nos vamos a revisar los escrutinios realizados en votaciones pasadas, eran mucho menor a los de los últimos tiempos. Y espero que mañana rompamos un récord imposible de alcanzar, porque somos más los que no tenemos ganas de seguir en este lodazal. Queremos un camino pavimentado que nos lleve a la prosperidad nacional, desmitificando el viejo dicho de “necesitamos importar”.

¿Están locos? Colombia tiene TODO para ser potencia, pero las garras del mal, la cola y las alas de los diablos que nos han gobernado han sido el látigo a nuestras espaldas. Qué impotencia me da el saber que prima la necesidad de que haya guerra para lucrarse de los dólares americanos que envía Norteamérica. Se me brotan las venas del rostro por la ira que me da el saber que importamos productos que podríamos comprarles a nuestros campesinos, que tanto necesitan subsistir, pero que este modelo económico no los apoya.

Mañana necesitamos vida. Necesitamos pasión. Salgamos a las calles y dirijámonos a nuestros puestos de votación. Salvemos nuestros ideales, salvemos a Colombia. Que la única corrupción que haya mañana sea la que vemos en las historias de nuestros predecesores. Que en los noticieros salgan rostros nuevos de quienes tomarán las decisiones en el Congreso de la República. Que veamos esperanza en las votaciones presidenciales, derrotando a lxs más corruptxs que se ven en el tarjetón interpartidista.

Nosotros tenemos el poder. Somos más, el proletariado es mayor a esa clase egocéntrica y necesitada de guerra. Los pobres y la clase media necesitamos prosperidad nacional, garantías de no repetir la historia que nos vendieron como la necesaria para vencer, sin importar la sangre derramada entre calles y montañas.

Colombiano, colombiana… encarecidamente le pido que mañana destine una hora para votar. El futuro está en nuestras manos… Demostremos lo mucho que valemos. Que se den cuenta de que la educación nos llegó a la cabeza, y que vale más nuestro corazón que el bolsillo. Demostremos que venceremos.