En este caso, les quiero narrar y describir cómo se dio mi encuentro virtual inesperado con el expresidente e imputado Álvaro Uribe Vélez y lo que tuve la oportunidad de decirle cara a cara, o más bien, pantalla a pantalla.

Era martes, 28 de septiembre, y estaba más emocionado de lo normal en la asignatura que veo ese día de 8:30 a 11:30 de la mañana, debido a que el docente nos había anticipado el día anterior que tendríamos a una figura política importante en nuestra clase. Recuerdo que la noche del lunes molesté con varias personas preguntando: “¿Qué tal que fuese Uribe?” ¡Pero jamás pensé que se volvería realidad!

En el momento de la clase, entré a la plataforma Webex y noté que ya había ingresado alguien ajeno a nuestro grupo, quien pensé que era el invitado, e inmediatamente me desilusioné porque era una persona que jamás había estado en mi radar político, pero, ¡oh sorpresa! Él no era la visita de la clase, pero sí fue el encargado de decirnos que X cosa no se había podido hacer por Webex, ¿de qué cosa hablaría?

Lo cierto es que nos envió un link para ingresar a una reunión por Google Meet; en ese momento, mi mirada estaba dirigida hacia el lugar en el que aparecen los nombres de las personas que iban ingresando al encuentro: hasta que apareció el nombre “Álvaro Uribe Vélez”; yo pensé que era un bromista que había cambiado su nombre antes de entrar a la reunión para hacer el chiste, pero no… Era real, y de eso me percaté cuando el señor encendió su cámara y empezó a hablar.

Como podrán imaginar, yo quedé en shock, fue como recibir un balda’o de agua fría, el personaje político que más aborrezco, que más desprecio y que más asco me genera estaba ahí, en mi clase.

Era casi que insoportable escuchar cómo varios participantes de la reunión lo llamaban “presidente”, sentía vergüenza ajena. El profesor nos había aclarado anteriormente que las personas que quisiéramos preguntarle algo debíamos hacerlo dirigiendo la incógnita hacia el ámbito de campañas electorales, es decir, no había mucho margen para ponerlo contra las cuerdas. Igualmente, no desaproveché la oportunidad de escupirle verdades en la cara, sin mandárselo a decir con otra persona.

La pregunta que le planteé a este bandido fue la siguiente: “Teniendo en cuenta que durante gran parte de esta reunión usted ha estado hablando de congruencia, coherencia y sobre la cuestión de que los hechos respaldan los discursos, ¿cómo enfrentar las campañas presidenciales del próximo año, tomando bajo consideración las numerosas contradicciones de las que han sido partícipes los miembros de su partido? ¿Incoherencias como cuáles?, como el hecho de que usted afirme que su objetivo antes de su primer gobierno era traer la paz a Colombia, evitar que se siguieran asesinando profesores, el cese de guerra y que luego, en las últimas campañas electorales, diversos integrantes de su partido prometieran que si eran gobierno lo primero que harían era volver trizas el Acuerdo de Paz. Otra incoherencia se da cuando usted dice que dejó un mejor país, un país mejorado, cuando sigue habiendo investigaciones abiertas sobre los más de 6.402 falsos positivos durante sus gobiernos, para mí, esto significa cualquier cosa, menos un progreso para Colombia. Entonces, ¿cómo recuperar la credibilidad que han perdido por estas situaciones de cara al 2022 desde el punto de vista publicitario?”

Como era de esperar, Alvarito se fue por las ramas, como se dice popularmente, y ni siquiera respondió la pregunta, solo se enfocó en el tema de las incoherencias y más puntualmente, en los falsos positivos, el cual era mi objetivo, para lograr ponerlo entre la espada y la pared. En término generales, dijo que el Valle del Cauca ha sido víctima de un fenómeno de desinformación en su contra y procedió a inventarse cifras para “respaldar” que, según él, sí dejó un mejor país.

Tuve la opción de haber abandonado la reunión desde un principio, como señal de protesta, pero no, preferí aprovechar la oportunidad para hacerle saber al Matarife que los jóvenes, en general, no lo queremos, lo despreciamos y queremos que nunca más vuelva a saber lo que es estar en el poder de Colombia.